miércoles, 8 de julio de 2015

VALE

Desde que nació esta bitácora, en octubre de 2011, se han venido publicado en ella prosas y versos, con mayor o menor regularidad, sin interrupción ni descanso vacacional. Creo llegado el momento de parar. Un poco por cansancio, un poco por la presión de llevarlo al día, se ha ido convirtiendo en lo que no debería ser, una obligación. No es que tenga nada contra las obligaciones, ni contra las cosas que se convierten en rutina, pero no quiero que la escritura sea una de ellas, y aunque aún no sé hacia dónde, siento que me gustaría enfocar lo que aquí viene apareciendo en otra dirección. Tal vez eche de menos el blog… o tal vez me sienta liberado. Tentaciones de dejarlo las ha habido antes. Normal. No pienso que haya claudicación, simplemente no se está para lo que no apetece. Llegado septiembre, decidiré si sigo o no.

Por si acaso, quiero agradecer su tiempo y su compañía a los lectores, a los comentaristas y a los que pincharon en “me gusta”. Y mi agradecimiento íntimo es al propio blog, a este Mitos y flautas, que tanto me ha enseñado. Entre otras mercedes, sin él no habría escrito muchas cosas que me alegro de haber escrito, ni seguramente habría publicado un libro de prosas. El balance, creo, no puede ser más positivo.

Aquella primera entrada de hace casi cuatro años incluía un poema recién editado. En la convicción de que todo, si es algo, es poesía, quiero despedirme con otro poema, este inédito. Os deseo lo mismo que, con su pequeña verdad, él os desea: felicidad.


                                                        ESPINO Y FLOR

A tientas va la oruga, lentamente,
en busca de sustento espino arriba,
más por instinto que por convicción.
Una rama le nace al tronco. Duda,
sigue por ella, retrocede, avanza
hasta que da la rama en unos vástagos.
Se decide por uno, convencida
o bien por las espinas obligada.

Como la pobre oruga van los hombres
remontando por ramas y certezas
cada vez más pequeñas,
escogiendo, a la espalda la mortal
sospecha de que la otra era la buena,
sin ver el árbol, sin fiar de la rama.
Y ser feliz depende de saber
que hay al final de todas una flor.