Patrick Watson: "Places you will go" (de Love songs for robots, 2015)
sábado, 27 de agosto de 2016
miércoles, 24 de agosto de 2016
GLOSAS A EDER (II)
El sexo se está convirtiendo en una especie de
deporte.
[Y resulta pavoroso pensar que la única educación sexual de
tantos adolescentes y jóvenes es la pornografía.]
Si tú me dices ven voy, pero no lo dejo todo.
[Que se entere de una vez la poesía.]
Las mujeres muy guapas tienen una sexualidad caótica.
[Espero que mi señora sea la excepción.]
Los días azules de la infancia se pueden revivir en
los días grises de París.
[Y en los días azules en el pueblo. Claro que habría
que saltarse la siesta para ir a poner petardos
en las boñigas, y no hay ni ganas ni boñigas).]
De niño el día de Reyes es mágico porque se reciben
regalos, de adulto puede volver a ser mágico porque se hacen regalos.
[Siempre que sea a un niño que aún viva en esa magia
(dejemos para otra vez el descreído “engaño”).]
Es asombrosa la rapidez con la que nos recuperamos de
las catástrofes personales.
[No sé. Eso sólo lo puede saber uno de sí mismo, y un caso no hace categoría. La procesión va por dentro.]
Si recordamos un magnífico poema de memoria tenemos
una mínima parte del cerebro sublime.
[¿Y si recordamos uno nefasto se nos puede pudrir otra?]
Uno de esos que sólo van a las playas para ver el
simétrico milagro.
[“El simétrico milagro” debería servir para lavar automáticamente
la mala prensa del eufemismo. Sólo habría que denostar los malos, naturalmente.
Como este: “Uno de esos que sólo van a las playas nudistas para ver los pechos,
las nalgas y el etcétera.”]
A veces nos salva el segundo apellido.
[¿Va por mí?]
No es fácil decir algo que no sea una estupidez en 140
caracteres.
[Curioso, aquí hay decenas de ejemplos que lo
desmienten.]
El tonto en cuanto ve una frase inteligente enseguida
la quiere modificar.
[Touché.]
Hay dos tipos de personas: las que nos alegran cuando
vienen y las que nos alegran cuando se van.
[Y, con suerte, un tercero, las que nos alegran
cuando se quedan.]
Cuando el pensamiento y su expresión llegan juntos
surgen los mejores aforismos.
[Y los mejores poemas, y los mejores poemas.]
domingo, 21 de agosto de 2016
GLOSAS A EDER (I)
El texto de Enrique García-Máiquez reproducido aquí
hace unos días certificaba el buen momento que atraviesa el aforismo en España,
y continuaba resaltando la figura de Ramón Eder, “tal vez el autor más
destacado de este apogeo, además de uno de sus pioneros.”
Ironías (Renacimiento), recoge tres libros
de frases de Ramón Eder (Lumbier, 1952). Como el aforismo es prenda moldeable, y
a veces incluso reversible, copio algunos de éstos con algunas peregrinas
glosas:
La transgresión
siempre merece un castigo, o un premio.
[La
transgresión siempre merece un castigo, que a veces es un premio.]
Lo bueno de leer muchas veces el mismo libro es que
poco a poco se va convirtiendo en música.
[En una
música ya conocida y amada. Y el placer anticipado por esa melodía, esa
modulación, ese redoble...]
Cuando se escribe la única manera de no copiar a
ciertos autores es, precisamente, haberlos leído.
[Salvo, ay,
cuando se han leído, se han quedado dentro, y se ha olvidado que aquello era de otro
(quien lo olvidó lo sabe).]
La gente verdaderamente inculta sólo se da en la
ciudad.
[Aparte del
ingenio que encierra ese inculta, sí
que le parece a uno que en los pueblos se tarda más en mamar el cinismo y el
resabio. Ahora bien, por inculto se puede tener el no haber visto un tomate en la
mata como el no haber cogido un avión.]
Toda gran virtud está acompañada de un defecto
correlativo.
[Por desgracia,
este aforismo no es casi nunca reversible, pero qué belleza cuando la causa del
defecto es esconder una virtud.]
En Madrid siempre le salían las cosas al revés, así
que llamaba a la ciudad Dirdam.
[En mi
ciudad, Cuna del Parlamentarismo y acaso del mismísimo Cervantes, allá por el valle de Sajambre, Custodio del Santo Grial, (meamos más lejos que los de Bilbao),
en realidad las cosas ni salen ni entran, sino que no se mueven; ni están del derecho ni
del revés, sino que no están; así que donde a la entrada del pueblo dice LEÓN,
debería decir león (no es tan fiero el león, etc.)]
Las moscas son los absurdos ángeles del verano.
[Pues yo en
verano los ángeles que veo –muchos– son a todo color. Pero volviendo al
díptero, que en el pueblo donde veraneo es más rey que ángel por mucho que vuele,
me ha inspirado uno de esos pensamientos injustos por ofensivos que bordonean en nuestra cabeza como la dichosa canción del verano, y que querríamos
olvidar pero no podemos, porque salió en endecasílabo: “En el pueblo, comido
por las moscas”...]
Enamorarse de viejo es una fiesta en el infierno.
[Errata. Sin
duda el autor quiso decir “una fiesta en el invierno”. Lo que es una fiesta en
el infierno es enamorarse de adolescente.]
Ser buena persona es tan difícil que muchos ni lo
intentan.
[Ni intentan
educar para ello a sus hijos. Les educan para que no les coman la merienda. También ahí hay un “fondo de tristeza” que acompaña a esa “emoción muy honda” de la paternidad.]
Los viajes en tren siempre tienen algo de novela de
Agatha Christie.
[Tenían, ay, tenían.]
sábado, 20 de agosto de 2016
lunes, 15 de agosto de 2016
AFORISMOS DE ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ
“En cuanto un género alcanza un mínimo esplendor, el
crítico literario atento se pregunta por qué, sabiendo que ahí se agazapa una
clave de la época. El tonto protesta automática y airadamente contra la moda,
autoerigido en guardián de las puras esencias de la originalidad. Lo estamos
viendo ahora que el aforismo español
vive un auge felicísimo. Responde, sin duda, al espíritu de nuestro tiempo y
viene a sanarlo con su propia medicina de intensidad, velocidad y dispersión,
como un tratamiento de choque. Aparentemente es homeopático, pero añade
profundidad, amor a la tradición y una visión personal del mundo.”
Quien esto escribe, en la solapa del volumen que reúne los aforismos de Ramón Eder, es Enrique
García-Máiquez, quien ha aportado al género su gran granito de arena en Palomas y serpientes (La Veleta, 2015),
uno de esos libros inagotables, por inteligencia, por humor y por mirada, esto
es, por poesía. Pongo al frente tres de esos aforismos, a los que tengo
especial cariño por deformación profesional:
La música me redime de las matemáticas que no sé, de
los idiomas que no hablo, de lo espiritual que no soy.
(EL ALMA SIMPÁTICA) Como esa tinta juguetona, llamada
simpática, que se vuelve visible cuando se la acerca una llama, a mi alma la
veo cuando la acerco a la música.
La música dice el secreto. Pero, como no dice nada
más, no lo traiciona.
Y estos otros tres por algo parecido:
De la poesía, como del amor, es más emocionante la
intuición que su cumplimiento; pero el cumplimiento vale más.
Procuran añadir misterio a lo que escriben y logran,
en el mejor de los casos, suspense. O un poco de penumbra. O cierto difuminado
en los bordes. El misterio verdadero sólo condesciende a posarse en la página
del que hizo todo lo posible para alcanzar la claridad.
No subas el tono de voz porque nadie te escucha, ni te
repitas por si ahora pasa alguien. No le hagas eso al lector que tal vez
tendrás en el futuro. Es el único que se daría cuenta y el único que no se lo
merece.
Y más y más y más:
Si aplauden tu inconformismo y tu rebeldía, no eres
rebelde ni inconformista.
La autoironía es un arma defensiva. Pero sólo sirve,
ay, si nos hace daño de verdad.
No era deslumbrantemente inteligente ni profundamente
culto, pero estaba atento; y, sólo con eso, nos excedía a todos.
Se comienza a ser un maniático del orden cuando gusta,
no tanto hallar las cosas en su sitio, como dejarlas en su sitio.
Cuando uno se arrepiente de haber sido bueno, fue
tonto, no bueno.
Mi corazón –tac-tac, tac-tac– llama sin cesar, pero
qué pocas veces le abro.
Sin principios se empieza mal.
Vigilar un examen –si uno se fija bien– es una intensa
experiencia estética. Nada embellece tanto como la concentración y el silencio.
Mi timidez preferida es la de aquellas chicas que
tienen miedo, con razón, a los estragos que pueda ocasionar su belleza. Y, al
empeñarse en ponernos a salvo, lo empeoran todo, deliciosamente.
Sólo podemos hablar con quien podemos estar en
silencio.
(COEFICIENTE) La inteligencia es directamente
proporcional a la alegría que produce descubrir que se estaba equivocado.
Si el precio de ser feliz es que los tristes piensen
que eres tonto, es bastante barato.
En los cuernos del ciervo siempre es otoño.
Tanto afán por la igualdad sólo nos alcanza para
repetirnos: «Nadie es más que yo», en vez de «No soy más que nadie».
Las arrugas son más profundas que las cicatrices.
La tristeza atonta.
«Todo el sentido del mundo de hoy cabe en dos frases
dichas o mejor desdichas: Ganarse la vida, dicen los pobres. Matar el tiempo,
dicen los ricos». Eso notó Max Aub en «el mundo de hoy» de ayer. En «el mundo
de hoy» de hoy, habría observado que todos procuran ganarse la vida entre
semana y matar el tiempo los fines de semana. Progreso lo es, sin duda; pero no
demasiado.
Qué significativo que la expresión no sea oírlos, sino
leer los pensamientos.
Mi verso libre es la prosa.
Escritor original no es el que no imita, sino al que
imitan.
La poesía es lo que no hace falta que se necesita.
Cada verso, la cicatriz de un corte.
(…) La poesía y el arte nos gritan a cada instante:
«¡Sorpresa, sorpresa!»…; pero tienen tan poquita voz y hay tanto jaleo…
El primer verso te lo dan los dioses, y el último hay
que devolvérselo. Con intereses.
El escritor de ficción se escapa; el autobiográfico se
persigue. Sólo los muy buenos de uno y otro signo se alcanzan.
Hay un solo modo de que la escritura sea sencilla y, a
la vez, brillante: que transparente –clara, limpia, sin una distorsión–, lo que
resplandece. Que siempre está más allá del papel.
TERTIUM NON DATUR. O diferente o indiferente. No hay
otra manera de salir de un libro.
La poesía flirtea con el tiempo; que a veces se
enamora de ella.
La literatura es usar más palabras de las necesarias y
que resulten imprescindibles.
Se reconoce a los grandes porque siguen creciendo.
Se buscaba la gloria; luego, la fama; luego, el éxito;
ahora, los «Me gusta» y los retuits; y todavía hay quien habla de progreso.
La grandeza de un libro estriba en que creó el espacio
suficiente, aun en muy pocas páginas, para que resonasen dentro ecos lejanos. Y
más ecos. Una continua, incansable cascada de ecos.
Lo más lírico de la lluvia, como de casi todo, es el
principio y el final.
Pájaro sin nombre se va volando.
sábado, 13 de agosto de 2016
jueves, 11 de agosto de 2016
DEL CANSANCIO
Las extravagancias, como su nombre indica, no son más que otro sumidero del cansancio. Son, en cierto modo, una claudicación.
* * *
Como purgante, pongo a esta entrada (o salida) también la etiqueta de "Diario": Me dice Sara que se me nota mucho cuando no he tenido tiempo para mis cosas, en el humor, en la cara y... en los golpes. Ante esto último, que me sorprende, me defiendo: no son golpes, es un intento de hacer las cosas de la manera más, digamos, eficaz: llenar los vasos con un giro de muñeca lo más rápido posible, no dejar los calcetines en la cesta de la ropa sucia sino encestarlos y un extravagante etcétera. Añade Sara que los demás lo notan, haciendo de la casa (esto lo añado yo) un lugar inarmónico. La cara funérea sí es cierto que alguna vez me ha sorprendido desde el espejo. "Joder", he llegado a murmurar ante la draculiana visión. Y algún taco también ha podido haber, aunque yo los achaco a la abundancia de moscas en el pueblo. Mi señora, que es un ángel, me anima a que me eche la siesta, a que vaya al bar a ver el partido, que ya se queda ella con las niñas, que hay más brazos... Y le tomo la palabra y quedo de excelente humor, y me echo un ratillo de dos horas hasta el Gamper.
* * *
Como purgante, pongo a esta entrada (o salida) también la etiqueta de "Diario": Me dice Sara que se me nota mucho cuando no he tenido tiempo para mis cosas, en el humor, en la cara y... en los golpes. Ante esto último, que me sorprende, me defiendo: no son golpes, es un intento de hacer las cosas de la manera más, digamos, eficaz: llenar los vasos con un giro de muñeca lo más rápido posible, no dejar los calcetines en la cesta de la ropa sucia sino encestarlos y un extravagante etcétera. Añade Sara que los demás lo notan, haciendo de la casa (esto lo añado yo) un lugar inarmónico. La cara funérea sí es cierto que alguna vez me ha sorprendido desde el espejo. "Joder", he llegado a murmurar ante la draculiana visión. Y algún taco también ha podido haber, aunque yo los achaco a la abundancia de moscas en el pueblo. Mi señora, que es un ángel, me anima a que me eche la siesta, a que vaya al bar a ver el partido, que ya se queda ella con las niñas, que hay más brazos... Y le tomo la palabra y quedo de excelente humor, y me echo un ratillo de dos horas hasta el Gamper.
sábado, 6 de agosto de 2016
MINOR VICTORIES
Si Mojave3 no han dado disco malo (y han publicado cinco, con otras tantas joyas cada uno, tirando por lo bajo), es en buena parte por el juego de voces masculina y femenina. Rachel Goswell ha formado lo que ahora se llama un "supergrupo", con componentes de Mogwai y Editors. Su voz contribuye al sonido oscuro de temas densos, progresivos, que recuerda al de otros grupos tristones como Jeniferever o Daughter.
Minor victories: "Breaking my light" (de Minor victories, 2016)
viernes, 5 de agosto de 2016
COMO UN HELADO
Aunque más duradero, un poema debe ser como un helado: lo mejor al principio y al final.