miércoles, 28 de noviembre de 2018

DICE COETZE


Dice Coetze que el habla es un reflejo pálido y distorsionado de la escritura. A quien así piensa y escribe se le podría llamar “el escritor por escritor”, aquel al que dará gusto leerle (no lo sé) pero da pena oírle. Pero más gusto que leer sus novelas da leer estas tonterías en los tenidos por mejores en su oficio. No sé qué reflejo de la escritura va a tener el habla de mis hijas, que tienen ahora tres años. Es, naturalmente, al revés: la escritura es un reflejo del habla, aun del habla del pensamiento, que piensa con palabras. Los mejores escritores que hemos conocido nunca han escrito nada. Pero qué inteligencia, qué fineza en el arte de conducir la conversación y saber callar a tiempo. Ese sería el “escritor por hombre”. Nunca ganaría el Nobel.

lunes, 26 de noviembre de 2018

SOLEDADES

Hablan en la radio del "problema de la soledad". La identifican con la depresión, la dependencia, la ansiedad o la baja autoestima, problemas, estos sí, a los que puede conducir una soledad no deseada. Pero deducir que la ansiedad o la depresión sean una consecuencia de la soledad es mucho deducir. Lo serán, acaso, de la incapacidad de hacer de ésta algo bueno. Ya decía Pascal que la mayoría de los males le vienen al hombre de no saber estar sentado tranquilamente en su habitación. El problema no es la soledad, sino que se considere a la soledad un problema.


martes, 20 de noviembre de 2018

POPURRÍ, POPURRÍ

Algún concierto últimamente. El de Phoenix en Madrid, al final del verano, fue la quintaesencia de lo que, para uno, debe ser la música popular en directo. Un concierto-concierto, donde la gente paga para ver a ese grupo, no como en los festivales donde se va a hacer bulto y a figurar un poco, y en los que, en cuanto un grupo baja revoluciones para tocar más delicado, el raca raca hace imposible disfrutar de él. Un concierto de festival dura hora y pico; un concierto-concierto, hora y media mínimo. Más aún estuvieron Phoenix con su pop entre funky y electrónico, divirtiendo y emocionando, creando como una burbuja de armonía que era la del ocaso, con su aire templado y la luna asomando. Mejor no se puede.

Luego Slowdive, en un festival en Barakaldo. Lo dicho. Hay que hacer un esfuerzo para abstraerse de los elementos disuasorios y entrar en el partido desde el minuto 1. También es importante saber lo que se va a escuchar. Fue maravilloso nadar entre esas capas de distorsión perfectamente melodiosa, de donde aún se levantaba de repente una como sirena de submarino, esos redobles tan sencillos como efectivos, esa liturgia de medios tiempos que sólo se pueden bailar a golpe de cuello. Los chicos ya no son chicos, pero no han olvidado lo que ya sabían hace 30 años, que no hace falta moverse del sitio para ir lejos, y que la fuerza no está en el gesto, sino en los pies, las manos y lo que quede dentro. Haber oído en directo “When the sun hits” es algo que me llevaré a la tumba.

Ya en Valladolid, Nudozurdo en su concierto de despedida (eso dicen). Como tal, no se centraron en su último disco, que ya presentaron aquí y está muy bien, sino que tocaron lo mejor de sus 5 álbumes. Dos horas a piñón, alternando los temas krautrock con los medios tiempos, y dejando sabiamente para el final “Dosis modernas”, un tema que encantaría a Slowdive y que, concluida la parte cantada, posee la mejor línea de bajo que he escuchado. Un grupo personalísimo, con 15 o 20 temas buenísimos, que siempre han ido a su ritmo sin volverse locos. Les habré visto unas diez veces, una de ellas en un festival veraniego a las 7 de la tarde, con un sol de justicia, mientras dejaban para las horas buenas a toda la morralla del indie patrio.

Y hace unos días, La habitación roja, otro grupo que ya llevará sus 20 años, y al que escuché bastante (ya no). A Sara le gustan por lo alegre de sus canciones, y porque le caen bien. Sí que se hacen querer, y hay que reconocer que tienen el don del estribillo. Yo me solté un poco en los temas más antiguos, que me parece que tenían otra cosa, quizá mis propios oídos, y en otros más sinuosos como “Posidonia”.

Valga todo esto por la canción del sábado.

martes, 13 de noviembre de 2018

POR LA BOCA MUERE EL PEZ

C. se ha levantado tarde. "No te hemos dejado nada de chocolate." Es decirlo y arrepentirme por lo ridículo de ese intento de dar una mano de presunta generosidad a lo que sólo ha sido egoísmo, peor, gula y egoísmo. "¿A sabiendas o sin daros cuenta?", podría haber preguntado C. Y entonces, ¿qué? Sin embargo, dice con desgana mientras bosteza: "Bah, no te creas que me gusta mucho el chocolate." Le gusta.

sábado, 10 de noviembre de 2018

¿PROCRÉ, HO?

Esto de las palabras que de un día para otro se ponen de moda es un sinvivir. La primera vez que escuché ese mantra de que hay que ser más empático, me quedé tranquilo, pues no podía estar eso de la empatía, fuera lo que fuera, muy lejos del radio de acción de mi natural simpatía. Luego vi que no, que empático empático no era.

Con la resiliencia no me engañé: seguramente sería cosa relacionada con la resistencia, algo que nunca fue mi fuerte; y acertaba: resiliente tampoco.

Con lo de procrastinar ya me puse serio. Aquel palabro auguraba lo peor, un híbrido entre próstata (toco huevera) y castración (horreur!) Ojalá no procrastine nunca, pensaba angustiado. Hasta que me enteré de que aquello no era más que aplazar algo, haciendo entretanto, naturalmente, cualquier otra pijada para sentirnos menos mal. Parece que era necesaria para eso una palabra más larga, que luciera más. Así que llevo procrastinando toda la vida y me entero ahora. Cuál será el siguiente susto.

JOHN METCALFE

John Metcalfe: "See me through" (de Absence, 2018)

_____
Más de John Metcalfe

miércoles, 7 de noviembre de 2018

ESAS MANOS...

Esas dedicatorias de traductores, editores, seleccionadores y prologuistas al frente de libros de otros, qué vergüenza ajena. Menudo morro. Lo de dedicar canciones en la radio todavía tiene un pase. Es hasta gracioso. "Quería que me pusierais Sultans of swing, de los Dire straits, y se la quería dedicar a...", y luego si acaso los motivos de esa dedicatoria, para que conste. Pero en los artículos de Azorín, en los poemas de Rilke... Por favor, señores.