De vez en cuando obligo a mi señora a escuchar "la canción más bonita del mundo". "¿Y cuántas canciones más bonitas del mundo hay?" Lo fueron esta de M83, esta de Alexis Taylor, esta de Air... Pero ahora lo es "Capricorn", de los neoyorquinos Vampire weekend. Es éste un grupo muy exitoso, y quizá por ello no le he prestado atención hasta ahora. A falta de una escucha más esmerada, puedo decir que son muy originales y talentosos, y que tienen ese no sé qué que al final no tienen tantos. En "Capricorn", la calidez y calidad de voces y arreglos van por delante. Todo me parece en su punto: la reverb de la voz, el solo de piano, que no puede ser más sencillo, los redobles de la batería, incluso los sonidos más ríspidos, sabiamente saturados para hacernos apreciar la vuelta a la serena estrofa, por no hablar de la punzante letra, una anatomía de los 40 años ("too old for dyin´ young, too young to live alone"). Aquí hay tomate.
Aquí en precioso acústico, con violín y los coros de Amber Coffman.