martes, 20 de diciembre de 2011

UN GOBIERNO SERIO

Sintió uno, desde que las cosas empezaron a torcérsele, cierta lástima por Zapatero. No vamos a volver sobre el incuestionable despilfarro de las Administraciones ni a cebarnos en su ingenuidad cuando sacaba pecho afirmando que la nuestra era una economía de Champions League, pocos meses antes de ser arrasados por la marea de una crisis que tardó más de un año en aceptar, tras sucesivas desaceleraciones, tímidas primero y aceleradas después. Se le veía tan superado por la situación, tan desaparecido al final, cuando acabó por ceder ante el chantaje sin fin de los mercados, insaciables por naturaleza, que eludió uno la fácil tentación de darle al tentetieso, deporte nacional promovido por los medios más facciosos donde el calificativo más suave que le cayó encima a ZP fue el de iluso.

En ciertos asuntos todos podemos equivocarnos. También se le ocurrió a uno en cierta ocasión oferecerse voluntario como representante de escalera, y por aquel trago amargo conoció la verdad de la canción aquélla: "Ay Manolete, si no sabes torear pa´ qué te metes". La diferencia, importante, radica en la escala de ambos errores. Lo mucho que se pueda reprochar a Zapatero será en función de su aptitud para la responsabilidad que asumió, pero no creo que nadie pueda dudar de sus buenas intenciones, lo que en política, visto lo visto, no es poco, aunque tampoco suficiente.

Ahora bien, la situación, de la que es responsable en la parte que le corresponde, no admite reduccionismos absurdos. Rajoy, que se ha pasado la legislatura en el cable, aguardando a que el Gobierno le cayera en las manos como fruta madura, y metiendo algún palito en la rueda de vez en cuando, por no hacer mudanza en la costumbre de su partido, tendrá que empezar a decir algo más aparte de que España es un gran país, que la prioridad es la creación de empleo o que hay que recuperar la confianza de los mercados. Leemos ahora en los medios de la derecha más sectaria, tras la merecida debacle socialista, que la presión de aquéllos sobre España aflojará en cuanto vean que al frente del país hay “un gobierno serio”. ¿Quién es ahora el iluso?

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