Paseo de buena mañana en dirección al rastro del estadio. Arriba, enormes nubarrones se desplazan
en bloque como una manada de ñus. Abajo, el camino se ve repleto de
caracolillos recién nacidos que casi no pueden con la casa. Como la
mitad de los españoles.
Excelentes dos poemas en la revista Siltolá. Enhorabuena y, sobre todo, gracias.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Enrique. El elogio es un honor viniendo de quien viene.
EliminarPîenso que el caracol no lleva una casa sino tan solo una escalera a cuestas. Supongo que eso le permite llegar a todas partes por lo que no necesita darse prisa.
ResponderEliminarY por eso va tan lento, el pobre, porque va mareado de girar como una peonza... incluso en línea recta.
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