Enrique García-Máiquez agavilló hace unos días en Rayos y truenos, su bitácora, algunos aforejos que rebullen por esta casa. Agradecido, echo unas rachas más a esa modesta lumbre.
Sólo en lo natural puede haber elegancia, aristocracia.
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Llorar es estar despierto. Es bueno estar despierto.
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La paternidad es, doblemente, un acto de amor.
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Mis decisiones son soberanas. Mis errores también.
¡Echa, echa!
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