Desde el coche veo a un cernícalo jugando a viento. Quién fuera pájaro, pienso según costumbre. Pero poco más
adelante, aunque más abajo, en la tercera división de la liga aviaria, adelanto a un camión con unas
gallinejas empaquetadas, muertas más de incertidumbre que de
frío; ellas me miran también desde sus cajones, acusadoras. Me siento vagamente
culpable y resuelvo no comer huevos esta semana. Que no se diga.
Ante esta imagen, y las que no vemos (dentro del matadero), yo también me planteo dejar de comer huevos y carne. No se trata de que haya que matar animales para comer, sino de cómo viven y cómo los sacrifican para nuestro consumo descontrolado... Saludos,
ResponderEliminarPues sí, a cada paso tropezamos con dilemas morales, y este tiene su intríngilis y hasta su extríngulis. Un saludo.
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