–Quiere
hacer sumas –me dice mi hermano al pasar, aparentando resignación pero complacido.
–Es que me
toca.
Cinco años
ya, y parece mentira, de esto:
SAVIA, SANGRE
Es su mejor momento.
Después del baño, espera las cosquillas.
No se hace uno a la idea. ¿Te das
cuenta?
Algún día estas manos
que hoy apenas abarcan nuestro
índice
buscarán su calor y su cuidado,
sostendrán mi cabeza o sellarán
tus párpados
en el postrero lance.
Y estos pies que parecen
figuritas
de mazapán, tan tiernos que
apetece morderlos,
¿por qué ignotas regiones
conducirán su duda y su consuelo?
Don
recíproco la savia que de
nosotros bebe:
por ella aprenderemos nuevamente
los nombres de los pájaros, los
árboles,
el color, la textura, la
sustancia
de cuanto es. ¿Quién da la vida a
quién?
Como justo reverso nos
advino
entrever otra arista, temible, de
la muerte,
si más fuertes también más
vulnerables.
Hoy mejor te comprendo, padre, incondicional
abrigo de la sangre en la pura
intemperie.
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