Aquí hay poemas, se animaba en voz alta mientras miraba ilusionado la oscura tableta, a la que había dado un primer pellizco ya vuelto humo. Contra toda lógica, ella contestó: poemas no, pero sí versos.
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No sé si esto es cada vez menos lo que debería ser un blog o cada vez
más. Ya no siento pesar por tenerlo siete o diez días en barbecho. Malo,
creo, no es. El blog como refugio de las ideas para poema que no pueden
ser poema (la mayoría).
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Más traición me parece pasarme las semanas buscando la luz de un grupo nuevo y tener olvidado a Bach o Arvo Part. Vuelvo a casa oyendo a este último, preguntándome cómo he podido escuchar tres veces seguidas, porque creo que tiene algo, una canción de El lado oscuro de la broca. Traición no, ya lo sé, como tampoco lo es llevar meses sin leer un poema de Unamuno o Machado por estar leyendo, y qué bien, los nuevos libros de Antonio Rodríguez Jiménez o de Luis Guillermo Alonso. Voy bien pensando estas cosas hasta que me enredo en la duda de si guardar o no las llaves para bajar la rampa con la bici. Me doy cuenta y me lo afeo, pero en el ascensor me sorprendo con el deseo de mirar en El mundo deportivo cómo tiene el barsa de baloncesto el average con el Alba Berlín, dejando a Arvo Pärt para sabe el cielo cuándo.
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