No es cierto
que se muera solo una vez; no somos el que fuimos, solo su heredero.
[Y tendremos
nuevos, sucesivos herederos, por más que nos creamos el final de la
saga.]
El cuerpo
como un edificio que se va deteriorando con los años mientras en él se suceden
los diversos inquilinos. Alguna vez fue alegre cuando lo habitó un joven; ahora
solo lo habita un anciano.
[Si al
menos, aunque haya nieve en el tejado, sigue funcionando la caldera...]
Sé muchas cosas
que ignoro.
[Y de lo que
no entiendo algo comprendo.]
Nunca estuve
enamorado; solo creí estar enamorado, y nunca por demasiado tiempo.
[Quien no
sabe qué es estar enamorado, ¿cómo puede saber que no lo ha estado?]
Ser rey del
mundo. Qué poca cosa. Quién fuera gato.
[Sí, pero el
gato rey de la casa, porque al gato rey de la calle no se le quita el susto. Lo
sé por Polizón, simanquino y de muchas leches, que se vino a nuestra casa en el
motor del coche y ascendió así de ariscogato a aristogato.]
Nunca se
vuelve al punto de partida; ni siquiera después de dar la vuelta al mundo.
[Nunca se
mueve uno del punto de partida; ni siquiera mientras da la vuelta al mundo.]
Los muertos
siguen muriendo lentamente, solo dejan de morir cuando dejan de hacernos daño.
[Pero qué
difícil es hacer las paces con ellos sin ellos.]
Para conservar
los amigos, nada como frecuentarlos poco.
[Y para
conservar los libros, nada como no abrirlos. Pasarles, eso sí, el plumero de
vez en cuando (y a los amigos el plumero del wasap). Nos quedará una biblioteca preciosa.]
Lo mejor de
la música son los silencios.
[Y entre todos ellos el que abre en nosotros.]
En las
páginas en blanco nunca hay erratas.
[Y qué
triste limpieza, y qué culpable. Hay que hacerlo, emborronar, tachar,
intentarlo de nuevo. Hay que escribirla con la mejor letra, aunque quede la
vida en borrador.]
Cuanto más
pronto llegues a la cumbre, más pronto comienza el descenso.
[Salvo en la
abrumadora mayoría de los poetas, cuya cumbre son los 800 metros de una kilométrica
meseta.]
Amar sin ser
amado es triste; ser amado sin amar es ridículo.
[No veo lo
ridículo de ser amado sin amar, a no ser en esa espina de mala conciencia por
no querer a quien nos quiere.]
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