Leo en Pegar la hebra, irregular colección de ensayos de Miguel Delibes, uno descacharrante
donde aporta ejemplos de primera mano de las consignas que daba la Dirección
General de Propaganda a El Norte de Castilla, que Delibes dirigía por aquellos
años. Hay también una bella semblanza de José Jiménez Lozano con motivo de la
concesión al de Langa del premio de las Letras de Castilla y León y del de la
Crítica (año 1989). Hablando de Delibes, he recordado algo que pone en boca del
protagonista de Diario de un jubilado: el que se enfada tiene dos
trabajos, enfadarse y desenfadarse. De esto me he acordado al pasar la
aspiradora por el cuarto de los invitados, que en ocasiones funciona como cuarto
de los enfadados.
Limpiando los baños, llega a los auriculares una canción preciosa que luego es
un álbum precioso y luego un nuevo grupo al que escuchar de cabo a rabo,
Burning hearts. “Into the wilderness”, se titula. Siempre sucede que, al pasar
la fregona como remate, aparece un trozo de tela o un pelo no aspirados. De la
lección que nos da el dichoso pelo o la dichosa mota sacaría un aforismo
García-Máiquez (por cierto, impagable su última colección de ellos, El vaso
medio lleno).
Leo
un precioso libro de Manuel Astur, La aurora cuando surge, una de esas obras
felizmente esquivas a la clasificación genérica. Diario o ensayo, me da igual.
Lo que importa es lo vivo de sus páginas, y, en lo que a mí concierne, la manera
que el autor tiene de entenderse con sus cosas: la relación con su pareja, el
diálogo con su padre recientemente fallecido, su periplo bastante improvisado
recorriendo Italia de Norte a Sur, el campismo y las referencias al oriente
asturiano.
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