Qué mayo tan decantado, tan cumplido, de un verde
tan hecho. Ondea la cebada. Una golondrina se posa en el cable, mira en
derredor, parlotea y termina: prriiipi. En un perdido entre dos caminos las
ovejas hacen su trabajo. Dicen que el pastor se jubilará este año. Nos
lamentamos, un pueblo sin pastor… Vienen y van los vencejos con su chirleo, los
aviones, las pelusas de los chopos del arroyo, algún mirlo en busca de umbría. Sólo
eso.
Otro pueblo sin pastor: pronto tendremos que inventarnos las ovejas, como Bradbury.
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