Verbena en el patio de La bombilla, en Llanes, que
fue palacio de los duques de Estrada. Escuchamos a la primera de las dos
orquestas. Dado el escaso interés musical, nos entretenemos en otros
menesteres, como el discreto escrutinio de los asistentes o las un tanto
surrealistas coreografías de los músicos. La tirantez entre las dos vocalistas
es evidente. Una se lleva todas las miradas. Su pretendida sensualidad roza lo
procaz. Sus ropas muestran más que cubren. Todo máscara, es una mezcla de
Shakira, Beyoncé y Whitney Houston. Sería imposible dilucidar su edad, o si es morena,
rubia o pelirroja. En lo que todo el mundo parece estar de acuerdo es en lo
interesante que sería testar en otro ámbito no sé si la flexibilidad de su
cintura o la rotundidad de sus caderas. La otra cantante, ni guapa ni fea, no
puede evitar que su rostro refleje el cansancio. Ni lo intenta. A cada salida
de tono de su partenaire, asoma a su rostro un mohín de desagrado o cruza una
mirada de desaprobación con uno de los músicos. ¿Con cuál te quedarías?, escucho
preguntar detrás de mí. Hombre, pues está claro, con la misma que tú, responde
el otro. No tan claro, pienso yo. Si me preguntaran a mí, tendría a su vez que
preguntar por cuánto tiempo, si para una noche o para todos los días.
Jeje, esas verbenas de verano que para tanto dan, qué haríamos sin ellas...
ResponderEliminarY que no falten, incluida la sección patrio-ratonera.
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