Para que el dios del instante nos visite conviene
alumbrarle el camino. El mío es últimamente noctívago. Al crepúsculo me siento a
mirar las primeras estrellas y el mar. Como entra en él un niño entra la
noche, tímida al principio, confiada después. También va tanteando en mí la
música que escucho, redondeando las aristas del día, guardándolo en su manto
oscuro, como el de la noche, hasta mañana. No es una música fácil. Requiere toda nuestra
atención. Sólo entonces nos deja entrar en ella, mostrándonos su miríada de
detalles, sus ruiditos, sus atmósferas, sus paisajes sonoros. Hace ya tiempo
que no se trata de estribillos y estrofas. Ni siquiera es necesaria una melodía,
una voz. Seducción, sonidos y ritmo. Habrá quien escuchándola –la mayoría– no
llegará al minuto, pero yo os aseguro que hay en ella algo muy puro y vivo, y en
el prodigio de que una sola persona en su habitación, con un ordenador y unos
cuantos cachivaches, pueda arrancarle al silencio su más bello eco, como una
Emily Dickinson de su siglo. Paseo luego hacia el acantilado sin más luz que la
del firmamento, que luce sus mejores galas. Me tiendo sobre la
hierba, un poco húmeda. Pongo la capucha. Sube por los auriculares la canción
que esperaba ese momento. Aun desconocida, también yo la esperaba. En sus
silencios creo escuchar el cercano romper del mar contra las rocas, aunque no
estoy seguro de que no suene en la propia canción. Habrá otras más bellas, pero esta
será ya especial, pues siempre que la oiga me devolverá este minuto que más tarde,
de otra manera, intentaré preservar con palabras. El humo, sabio, se
aquerencia a la vía láctea. Tres estrellas fugaces. ¿Me creerá alguien si digo
que una estrella explotó ante mis ojos y desapareció? ¿Lo creeré yo? Qué más
da. Mejor así, ¿no vinimos aquí en pos del misterio? Ensayo a mi pesar el
exiguo tributo de un haiku: “Siglos y Sueño. / La más lenta nevada. / Cielo
estrellado.” Trato de no pensar, sólo sentir. Ya tendrán su momento las
palabras.
Jon Hopkins: "Breathe this air" (de Inmunity, 2013)
(Fotografía: Dani Pozo)
Todavía emocionada por tu magnífico "Lo breve eterno" me llevo tu prosa para dormir.
ResponderEliminarBesos.
Sólo un saludo, darte la enhorabuena, 'personalmente' tanto por "Quietud" como por "Lo breve eterno" y por haber añadido a tu lista de blogs "El Surco de los días". Éste queda añadido y por aquí te iré leyendo, aunque sea en silencio.
ResponderEliminarAbrazos.
Muchas gracias a los dos.
ResponderEliminar