sábado, 2 de agosto de 2014

CONTRA LA ENTRADA ANTERIOR

“Terminar no es lo mío, ni me gusta”, leo ahora en JRJ, después de aseverar como quien dice ayer que sin definición, en el sentido de finalización, válido para lo futbolístico y lo poético (a Alarcos me remito), no se puede sino marear la perdiz. Aunque tal vez se refiriera el poeta, como otras veces, más que a sus poemas, a su obra.

Sea como fuere, creo que debería entrar con la desbrozadora en la carpeta de word titulada “Poética”, tan profusa en rotundidades. Por ejemplo, se afirma en ella que el poema debe intentar expresar una idea concreta, explícitamente o sugiriéndola, pero siempre a partir de lo concreto. “Poema sin asunto es alma y cuerpo sin vestido, es esencia y esistencia absolutas. Y no hay mejor poema”, aforistea, dice ahora el poeta. Y qué sé yo. Quizá no sea tan importante el punto de partida (de diferentes estaciones se llega a un mismo destino). El caso es que en mi caso el punto de partida es el final. Me aconseja otro poeta al que admiro, este vivo, que suelte un poco las riendas, que controle menos los poemas, que no me atenga tanto al plan inicial, y es de esas cosas que uno ha intuido antes pero de las que no hace demasiado caso, quizá por inercia, quizá por pensar vagamente que eso sería precisamente forzar su poesía. Esas intuiciones a las que el tiempo casi siempre acaba dando la razón, casi siempre (vida o literatura) contra nosotros. Pero...

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