"La poesía rozaba mi cuerpo despierto hasta los huesos, me buscaba con tal evidencia que yo sufría por no poder darle figura..." Buscaba bajo los castaños la misma sombra que Eugénio de Andrade bajo la higuera de su poema. Un curioso insecto aterrizó sobre la z de "dizia". Recorría la página arriba y abajo como si releyera con todo el cuerpo. Sin duda el poema le concernía y le hablaba muy directamente. Así, compañero, habría que leer, con todo el cuerpo. Luego se iba internando entre las hojas del grueso tomo, abierto como una piña al sol. ¿Sabes que cada uno de esos intersticios minúsculos preserva un momento que el poeta quiso eterno? Acaso tú, pequeño insecto, podrías pervivir en un espacio, en un tiempo así. Él debió de comprender que hablaba del espíritu, pero por si acaso salió a más luz y voló, no sé cómo, a más aire.
mas gracias......
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