miércoles, 24 de septiembre de 2014

UN NUEVO OTOÑO

Otoño tan puntual no se recuerda. Coinciden para uno cambio de estación y vuelta a las aulas, de la que casi se alegra. De lo que se alegra uno sin casi es de regresar a su casa y al orden, al campo que es su barrio y a las criaturas que, como el colirrojo, nos recuerdan que prosigue el poderoso drama. Con nosotros.

COLIRROJO

Vencido ya el verano
en el aire y en mí –bien me parece–
he abierto la ventana a un nuevo otoño,
y ahí estás el primero,
perchado en tu azotea, masticando
los cristales de algún sueño del mundo
hecho añicos hace ya tanto sueño.
Y el mundo, di,
¿será por ti –ya ves, tú tan pequeño–
que hoy vuelve a ser el niño
que se deja lavar por el piadoso
rocío de lo puro, ese tu canto?
No puede ser monótono
si afinando la misma melodía
te ven soles y lunas.
Al contrario. Es la humana
desatención no más la que podría
decir tal de labor tan acabada.
Igual quisiera que mi decir fuese
decantación constante, miga digna
de ti y de tus secuaces,
porque cómo podría dejar ya de deciros,
secreto autillo, mirlo, cogujada,
amigo colirrojo,
tizón para más señas.

                                                                                   (Inédito)

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