Tenía preparadas unas preciosas piezas con hangpan, pero aún estoy bajo los efectos de "La vie de mes soeurs". Llevo tres días trotando por Picos y no se me va de la cabeza. Lo mismo la tarareo al pie del Mancondiú que por las majadas de la Peña Maín o el collado de Camburero. Ahora estoy en Arenas y, tras rendir el justo homenaje a la sidra y el Cabrales, he buscado un banco para escucharla cuatro veces. Sobre todo la parte final, a partir de 2:20, con su sencilla armonía vocal y su letra de aluvión, tan poética... Ah, c'est super!
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