martes, 29 de enero de 2013

LESS IS MORE

         Un sano ejercicio de gimnasia literaria: definir palabras de uso común. Y más complicado de lo que pueda suponerse, pues no es en absoluto sencillo definir silla, árbol o edificio. Qué fácil caer en la superposición de vocablos –normalmente adjetivos– que nos parece acercarnos a lo definido, cuando sucede precisamente lo contrario, que a cada uno que añadimos se pierde precisión.

Extrapolado a un escrito, cuántas veces apreciamos que el modo de decir traiciona lo que se dice por culpa de esa acumulación. Cuánto más difícil la concisión que la vaguedad, la contención que la verborrea en las descripciones en prosa o en la construcción del poema, que ha de ser la quintaesencia de la esencia. También en literatura casi siempre menos es más.

sábado, 26 de enero de 2013

A LO MAIRENA

          Respuestas salvavidas a preguntas peliagudas. (O respuestas desganadas a preguntas descuidadas).

-¿El poeta nace o se hace?
-Nace y se hace.

-¿Por qué escribes?
-Por necesidad.

-¿Cómo se escribe un poema?
-Lo mejor que se puede.

-¿Cuándo publicar?
-Cuando los poemas te han dado lo que te tenían que dar, para que se lo dé a otros.

-¿Por qué publicar?
-Ver respuesta anterior.

Si llegados a este punto el entrevistador se queja de las respuestas (por breves, por tópicas) replicaremos que son bastante más meditadas que las preguntas.

miércoles, 23 de enero de 2013

TEMPUS FUGIT

        ¿Otra vez? ¿Es posible que haya pasado un año? Nunca tengo una conciencia tan insidiosa del paso del tiempo como cuando llega el aviso de la ITV.

domingo, 20 de enero de 2013

LLUEVE Y LLUEVE

       Música para la tarde de un domingo lluvioso...


Kings of convenience: "24-25" (de Declaration of dependence)

sábado, 19 de enero de 2013

VISITANTES

     De vez en cuando aparece en el baño uno de esos diminutos insectos acuáticos de apariencia prehistórica, cuyo nombre no he sido capaz de encontrar. Son seres duros, y se mueven entre las cañerías como pedro por su casa. Nos caen simpáticos y normalmente respetamos su vida, como cuando vemos a una hormiga desorientada buscando la picada por la que salir. Pero cuando son dos los visitantes, la cosa cambia. Nos parece que se han tomado demasiadas confianzas y, no sin culpa, los aplastamos o, por no mancharnos las manos con el crimen, abrimos el grifo para dar salida al agua que haga embocar sus cuerpos en la tronera del desagüe. Tal liviandad es la suya que a veces no entran a la primera, y rodean el sumidero como esas pelotas de baloncesto renuentes a entrar por el aro. Hay entonces que rebañarlos con el dedo y aplastar lo que queda de ellos contra la parte interior del desagüe, lo que constituye el grado máximo de mala conciencia. Así se vengan póstumamente de nosotros, tan malos compañeros de piso.

miércoles, 16 de enero de 2013

FELICIDADES


¿Qué puede darnos más alegría que dar alegría, así sea a un perro y ese perro ajeno? Caminaba por el parque acompañado de una rama a la que iba dando patadas cuando vi venir como una centella uno de esos perros blancos y pequeños. Me detuve. Él frenó, ensayó un amistoso ladrido y me miró tontamente, esperando. Pateé el palo y corrió hacia él como si le fuera la vida en llegar un segundo antes. Lo apresó emitiendo un gañido y, olvidándose de mí, se lo llevó a su dueña. Así perdí un trozo de rama muerta, que es poco perder, y gané una de esas felicidades modestas de que está hecha la felicidad.

domingo, 13 de enero de 2013

LA MÚSICA HENDEDORA

       Afortunadamente nunca se está a salvo. En los lugares menos propicios, en los quehaceres más prosaicos, en los momentos más insospechados, la que no hace rehenes, la que primero dispara y luego pregunta, la nostalgia. 
 
Poco ha hecho falta esta vez: una cafetería, la cuña radiofónica de un banco y las primeras notas de una canción que dormía, con un ojo abierto, en alguna vuelta del recuerdo, tanto nos ha sacudido al despertar. Y como suele ocurrir, la impresión sonora se abría a lo olfativo, a lo táctil, a lo visual: Kevin Arnold en el baile de fin de curso abrazado a su pequeño amor rubio que compartíamos, sus corazones demasiado pequeños mecidos por una de aquellas maravillosas canciones de aquellos maravillosos años, los sesenta, tanto más maravillosos por no haberlos vivido.

                                     Tommy James and The Shondells: "Crimson and clover" (1969)

jueves, 10 de enero de 2013

AFORISMOS ( Y III)

        Y unas más que aforejos, gregueruelas.

La luz es el reloj de la naturaleza.
*   *   *
El columpio, metrónomo invertido.
*   *   *
La llave es una navaja de andar por casa.

miércoles, 9 de enero de 2013

AFORISMOS (II)


El diccionario, a su prosaica manera, encierra, recoge y antologa todos los poemas escritos o por escribir de una lengua.
*   *   *
El estrambote es el pleno al quince del soneto.
*   *   *
Pensamiento=Sentimiento+Palabra.


martes, 8 de enero de 2013

AFORISMOS (I)

        Enrique García-Máiquez agavilló hace unos días en Rayos y truenos, su bitácora, algunos aforejos que rebullen por esta casa. Agradecido, echo unas rachas más a esa modesta lumbre.


Sólo en lo natural puede haber elegancia, aristocracia.
*   *   *
Llorar es estar despierto. Es bueno estar despierto.
*   *   *
La paternidad es, doblemente, un acto de amor.
*   *   *
Mis decisiones son soberanas. Mis errores también.

lunes, 7 de enero de 2013

SOMBRAS Y OTRAS LUCES

 “Cuando vas en grupo, las ciudades se callan; sólo cuando paseas solo se ponen a hablar contigo”. Hago buenas las palabras de José Luis García Martín y aprovecho el último día de estancia en París para carabear en las casetas de la rive gauche, ver pasar los barcos acodado en el pretil del Pont neuf o vagar por el laberinto de papel de Shakespeare & Co., casi de puntillas y conteniendo la respiración, por no importunar a sus legítimos moradores, los miles de libros que abarrotan cada palmo de pared. Parecería quebrar un orden natural coger uno de aquellos volúmenes, arrancarlo de su verdadero hogar. Orden no necesariamente ordenado: ¿Está en orden tu alma?, nos pregunta insidioso un cartelillo para justificar aquella balumba.

       Luego, en Gibert, en la Place de Saint-Michel, la alegría y el orgullo de dar con otra casa, esta bien familiar, la que levantara palabra sobre palabra Ángel González. El placer de comprar un libro que ya poseemos para disfrutar unas horas de su compañía y acaso regalarlo. En el mismo anaquel, el Dietari de Pere Gimferrer. Lo abro al azar para, una vez más, comprobar que no es azar lo que azar llamamos: “Viniendo de Saint-Michel, entro en el Jardín de Luxemburgo por la Calle Médicis, que corre paralela a las majestuosas lanzas de la gran verja. Hay, en aquel tramo de calle tan corto, una librería de temas religiosos y esotéricos, orientalismo y ocultismo; también una placa en la casa donde vivió el músico Poulenc; hay aún una pequeña librería que al primer golpe de vista parece más bien un almacén de libros, apilados estos en montones repetitivos y simétricos encima de los mostradores y a menudo aún a medio desenvolver: es el establecimiento de José Corti, librero y editor de los grandes días del surrealismo de los años treinta. Unos cuantos pasos más, solo con atravesar la calle, las religiones exóticas, los sutiles acordes de Poulenc y la sombra de André Breton vagando entre los volúmenes serán cosas del todo olvidadas de momento. Caminando hacia el quiosco de música y hacia el resplandor lejano del estanque, en la luz sombría que atraviesa los castaños, viviremos, como el joven Hemingway, la maravilla instantánea –que parece perenne, y lo es en el recuerdo– de la claridad y las sombras en el espacio nítido del jardín”. Seducido por tan oportuna coincidencia, decido seguir los pasos de aquella andadura al amparo de tan ilustres sombras.

       Me siento luego en una terraza en la confluencia del Boulevard de Saint-Germain y la Rue Carmes, acompañado por el fraternal avispero de un mercadillo de frutas y los no menos fraternales poemas de Ángel González. Como la mordedura de una avispa sus últimos versos publicados en vida (y para mí, por ello, sus últimos versos, a pesar del póstumo Nada grave), con los que parece aventurar una despedida, con esa postrera pregunta sin respuesta a lo desconocido:

                                                   Aquella luz que iluminaba todo
lo que en nuestro deseo se encendía
                                                   ¿no volverá a brillar?

viernes, 4 de enero de 2013

UN PASSANT

        Después de un largo día de rambleo por París, de volver a los cuatro rincones que escogimos como más nuestros, como hacemos en cada una de las ciudades a las que nos gusta regresar, por sentirnos en ellas menos lejos de casa; tras comprobar con íntima alegría cómo entendemos aquella lengua y nos hacemos entender con ella; después de reconocer intacta nuestra atracción por la ciudad, que nos sigue deslumbrando como la primera vez a pesar de las aglomeraciones de un turismo que no me atrevo a criticar siendo parte de él (pedante sería elevarme a la categoría de viajero sobre los "rebaños de turistas"), no me he reencontrado con París hasta que, acodado en el balcón de la habitación, he visto en el piso de enfrente a una pareja joven que recogía la cocina. Era el necesario contrapunto cotidiano a la querencia de esta ciudad por lo grande, escena que en su intimidad me decía que todos estos que aún cruzan con el maletín a cuestas y a cuentas, que esperan resignados dentro del coche a que el semáforo se ponga verde o que revisan las mochilas a la entrada de un museo, no son los personajes secundarios de esta película de la que hoy me siento protagonista, sino que el figurante -intercambiable, prescindible- soy yo.

miércoles, 2 de enero de 2013

MALA MUJER, LA VIDA ALGUNAS VECES

      Qué implacable la vida, qué insaciable, como esas mujeres siempre insatisfechas que tienen a su hombre en vilo. Me había dicho: "Sólo es el primer día del año, no hay que volverse locos. Si al final has estudiado un par de horas por la mañana, has dado un paseo por la tarde y por la noche escribes alguna prosa, date por satisfecho." Y sí, lo hice. Pero al alma todo le parece poco y reburdia, que si un día más sin llamar a casa, que si los dos poemas que tengo olvidados en el telar, los pobres, con este frío (y eso no se le hace a quien te abriga), que si qué sé yo... 

Pero es nuestra mujer,
fatalmente, la vida,
y hay que saber tratarla
con desdén si hace falta
para guardar la viña.

           Mañana dios dirá (por decir algo).