lunes, 26 de junio de 2017

LYKKE LI

Oí esta canción por vez primera en la soberbia película La vida de Adèle. Era una escena festiva, y la música ponía lo suyo, que era, además de la alegría, la fragilidad y melancolía de la protagonista.

Tras el disco en que aparecía este single (el segundo de su carrera), la sueca Lykke Li firmó otro de mayor alcance, con canciones como "Never gonna love again". En espera de su cuarto álbum, va sacando sencillos como este con su otra banda, el supergrupo LIV.

Lykke Li: "I follow rivers" (The Magician remix)
(de Wounded rimes, 2011)

jueves, 22 de junio de 2017

LA FRAGUA LITERARIA

Manuel Cuenya ha tenido la amabilidad de entrevistarme para su "Fragua literaria leonesa", que publica en i.leon. Tan solo aclarar que, de los textos que aparecen al principio, únicamente son míos los que van entre corchetes, siendo replicas a otros (los que les preceden y sin corchetes) de Ramón Eder.

Aquí el enlace.

domingo, 18 de junio de 2017

CLÉMENT JANEQUIN

Si hasta un presidente de gobierno tiene, como todo cuñado, un primo infalible (físico a la sazón) del que echar mano en las conversaciones distendidas, no iba uno a ser menos. Pero dado que no me dio la providencia ser registrador de la propiedad, sino simple profesor de música y un poco poeta, mi primo no podía ser catedrático de física, sino, ay, carne de bohemia. Así está de flaco el hombre. No son pocos los versos que me ha robado este primo poeta: 

Sé que la vida
es algo entre dos nadas.
¿Pero es igual
el silencio que hay antes
y después de la música?

La música es la vida, nada menos. ¿Pero es toda vida música? Y si así fuera, ¿es igual una música que otra? También de esto sabe algo mi primo poeta, que no solo se me adelanta en verso: "La 94 de Haydn, la 41 de Mozart, la 7ª de Beethoven, la 2ª de Brahms, la 1ª de Prokofiev. Y después, ¿qué?" Quizá crecer, hacerse música, es irse dando cuenta de que el después hay que buscarlo en el antes. No encuentra uno música más elevada y elevadora que la polifónica. Pura y limpia como un agua clara, su aparente limitación hace aún más sorprendentes sus audacias. El milagro que sucede al paso del minuto 1:32 de este Gloria de Janequin está vedado a las palabras. Lo sabe mi primo; quizá (aunque lo dudo) el primo del presidente; ahora, el primo del primo no creo que lo entienda, pero no porque no pueda, sino porque estas cosas le dan igual, que tonto no es. 
 
C.Janequin (1485-1558): Missa La Bataille (II.Gloria)
Ensemble Clément Janequin
(Dir: Dominique Visse)

domingo, 4 de junio de 2017

LO QUE QUEDA



Tenía clase con Marta. La edad con que se inician los estudios en el conservatorio, ocho años, está pensada para que los finalicen, caso de no repetir curso, a la vez que el 2º de bachillerato. Pero Marta entró ya en 1º de grado profesional, hace 4 años, con 14, de manera que terminará el instituto faltándole los dos últimos cursos del conservatorio. Es una alumna brillante (quien lo es suele serlo en todo lo que hace), pero a pesar de ello, o por ello precisamente, vive sujeta a una presión sin tregua en cuyo cénit pende esa espada de Damocles llamada “media”. La exigida para entrar en farmacia, la carrera que quiere estudiar, es muy alta. Suponiendo que entre, como es de esperar, irá a estudiar a Salamanca. Yo le había dicho que a partir de mayo hiciera lo que pudiera. Ya tenía suficiente con el curso y la EVAU, que es como llaman ahora a la selectividad. Aún así nunca dejó de cumplir, si le mandaba un estudio, un estudio, si le mandaba dos, dos. Me pidió no asistir a las dos últimas clases. Me di cuenta de que, tras cuatro años y decenas de horas mano a mano, ya no nos veríamos. Una pena perder a una de mis mejores alumnas, sin duda la que tiene más proyección, una joven con cabeza, tesón y dos años por delante para pulir un sonido ya precioso, afianzar una digitación ya solvente, enriquecer una musicalidad natural y propia. También una alumna, en fin, de una timidez que nadie imaginaría escuchándola y viéndola tocar.
Quise reservar los cinco últimos minutos de esa postrera clase para el balance y la complicidad. “Bueno, parece que esto se acaba.” Pues sí, respondía lacónica. “Siempre se echa de menos a alumnos como tú”. Acaso pretendía yo, a última hora, profundizar en una relación que, si bien impecable, nunca pasó a la apertura personal. Ella sonreía pero no decía nada. Más bien se veía que limpiaba la flauta con presteza para volver lo antes posible a su estudio. Acaso esperara yo también un poco de jabón, y di otro paso: “Espero haber sido para ti un buen profesor, que recuerdes las clases con cariño”. Ya se levantaba y enfilaba hacia la puerta. Renuncié a los dos besos de rigor. “Suerte”, acerté a decir mientras se cerraba la puerta. Quedé taciturno. Tendrá que ser así, pensaba sin saber qué pensar, sin saber si, sonido, digitación y demás a parte, quedará algo.

UN NOCTURNO

Beacon: "Feeling´s gone" (de The ways we separate, 2013)