lunes, 5 de enero de 2015

DE CORTOS

El artista oportunista que utiliza el nombre de una compañera de profesión, previo artículo indeterminado, para significar una pasajera indisposición sobre el escenario, generalizando una expresión que será repetida ad nauseam en charlas de vermú y grupos de wasap, para mayor ovación (y promoción) del aludido y mayor losa de la aludida. Con colegas así…

     

Tras intentar confundir al personal con los cuartos, como parece de rigor, iba sepultando las uvas sin mayor contratiempo. Tan confiado iba que las echaba al aire y las cazaba al vuelo. Y en la décima, lo que no me había ocurrido nunca, sencillamente, se me escurrió de la mano. En una rápida maniobra intenté recuperarla, pero había rodado hasta los pies del Ángel, al otro lado de la mesa. Comí la penúltima y la última, sí, pero seguía faltando una. La recogí del suelo y, tras dudar, me la embaulé. No soy supersticioso, pero no consigo convencerme de que no tiene por qué pasar nada. Cuidado con octubre.

     

Lecturas: poca prosa y a salto de mata, diarios, artículos, blogs. Cierta decepción por La vida lenta, dietario de Pla, poco más que impresiones meteorológicas y el relato inmediato y chato de idas y venidas. No es culpa, claro, de Pla, que nunca habría dado a la imprenta un libro así. Con todo, entre col y col y col y col y col y col, lechuga. Mucha poesía: la antología 30 años de poesía española, de García Martín, y poetas jóvenes como José María Jurado (Una copa de Haendel) o Pablo Moreno (Lauda), que bien, pero. Los poemas memorables, que los hay, lo parecen menos cuando los que les siguen y les preceden parecen escritos por otra mano. Al fin y al cabo, lo que convierte en memorable un poema es, más que el poema en sí, la impresión que produce en nosotros en el ámbito de esa lectura, y esta depende del momento, que es el antes y el después, pero también el cómo y el por qué, y la suma de todo. Entre col y col, las imperecederas lechugas de Unamuno y Juan Ramón. Conmovedor, no sé si a pesar de su desolación o gracias a ella, el libro de Javier Salvago. Si Una mala vida la tiene cualquiera, más disculpable sería decir que un mal libro lo tiene cualquiera. Pero no es el caso. La sensación, cada vez menos frecuente, de estar leyendo, más allá de una colección de poemas, un libro, una voz, y, sí, una vida.

     

El candidato Sánchez, en un programa de entretenimiento, intentando ofrecer su cara más natural. Pero el subconsciente le acaba traicionando: “Hay que hablar a la gente de manera clara, sin eufemismos.”

     
Quizá esté mal decirlo, o parezca ofensivo, pero tiene uno ganas de volver a trabajar tras unas vacaciones demasiado largas. Las dos primeras semanas bien, luego... Hartazgo de la comida, del alcohol; la visión de la bandeja con los dulces me produce un asco físico. No escribo. No estudio. No paseo. Me sobro.

1 comentario:

  1. Excepcional, como es propio de ti. Lo del asco físico se entiende: yo también me sobro.

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