Solo Unamuno podría hacer un poema memorable de un soneto con rimas como zambulla-encapulla-aúlla-aturulla, o, más difícil todavía, esponja-monja-lonja-toronja. Pero no son pocas las veces que al artificio del poeta salva el oficio del filósofo: de repente, al arranque de los tercetos, tanto y tan condensado meollo nos hace quedarnos con esa parte y dar al olvido los pintorescos cuartetos. Vean si no el final del tercero de los sonetos que bajo el título "Recuerdo de la granja de Moreruela" aparecen en Andanzas y visiones españolas:
sólo perdido en Ti es como me encuentro;
no me poseo sino aquí, en tu abismo,
que envolviéndome todo, eres mi centro,
pues eres Tú más yo que soy yo mismo.
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Aquí los cuatro sonetos de "Recuerdo de la granja de Moreruela".
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