viernes, 4 de enero de 2019

GLOSAS A MARTÍN, II


Decir la verdad está al alcance de cualquiera; para mentir se necesita algún talento.
[También para que algunas verdades, al decirlas, sigan pareciéndolo.]

Vivir es decirle adiós al mundo mientras lo observamos desde una nave que se aleja.
[Y contemplar atónitos que ese que agita desde tierra el pañuelo, cada vez más pequeño, es uno mismo.]

La vida es un laberinto del que siempre acabamos encontrando la salida.
[El que no ha entrado en un laberinto no sabe lo que se pierde.]

Nadie vale más que nadie, pero algunos valen menos.
[Empezando por los que creen que valen más.]

No paro de dar vueltas para ver si algún día me encuentro.
[Prueba a detenerte. Tal vez quien eres te acabe encontrando a ti.]

Me gusto, pero procuro que no se note demasiado.
[Pues menos mal.]

Quien no aprende a bailar, no aprende a pensar.
[Por fin sé a qué se debe mi tendencia al maniqueísmo. Eran las primeras fiestas que pasé en Zazuar. Todos me decían que por qué no bailaba, y yo me veía incapaz, sonando aquellas cumbias y aquellos “temitas”, de despegar los pies del suelo. Me limitaba a forzar el consabido movimiento de cogote. Quién iba a pensar que tendría tan penosas consecuencias.]

Un hombre bueno siempre será, en el fondo, un pobre hombre.
[Sí, un pobre hombre al que bastante le importará lo que piense de él el resabiado, ese pobre hombre.]

Un buen poema raras veces es una caricia; casi siempre, un puñetazo.
[Por suerte, hay formas intermedias de despertar a alguien.]

El escritor es un animal omnívoro, se alimenta de todo, pero especialmente de literatura. De buena y mala literatura.
[Exacto. La mala es ese virus que inoculamos para mantener en forma las defensas.]

Escribimos para ocultar un secreto que solo es secreto para nosotros mismos.
[La gracia está en ocultar a la vez que se revela.]

La poesía no tiene dueño; el poeta es solo un amanuense.
[Sólo que unos parecen escribir al dictado de la musa y otros al de un tartamudo.]

Mi mundo es portátil: me cabe entero en la cabeza y puedo llevarlo conmigo a cualquier parte. Esté donde esté, estoy en casa.
[Todo lo que quieras, pero el sillón y las zapatillas de uno…]

El yo es un lugar lleno de gente.
[Demasiada: a más gente menos yo.]

Corregir un libro escrito hace años es traicionar al que fuimos.
[Pero quizá sea un acto de justicia poética, porque él traicionó antes al que ahora somos.]

Uno se cansa de leer como se cansa de la vida.
[Lo bueno es que un cansancio sirve para descansar del otro.]

Entre poeta y crítico no hay amistad posible, son lobos de la misma camada.
[Como son lobos de la misma camada el poeta y el crítico de sí mismo que debe velar en él. Pero estos, malo si no se entienden.]

El libro de la naturaleza está escrito con tinta simpática.
[No creo. La línea de los montes, el curso de los ríos, la pregunta del camino… bien claros son los trazos de ese libro. Somos más bien nosotros los escritos con tinta simpática, los que necesitamos el reactivo para de verdad ser y, así, ver lo que bien se ve.]

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