Qué implacable la vida, qué insaciable, como esas mujeres siempre insatisfechas que tienen a su hombre en vilo. Me había dicho: "Sólo es el primer día del año, no hay que volverse locos. Si al final has estudiado un par de horas por la mañana, has dado un paseo por la tarde y por la noche escribes alguna prosa, date por satisfecho." Y sí, lo hice. Pero al alma todo le parece poco y reburdia, que si un día más sin llamar a casa, que si los dos poemas que tengo olvidados en el telar, los pobres, con este frío (y eso no se le hace a quien te abriga), que si qué sé yo...
Pero es nuestra mujer,
fatalmente, la vida,
y hay que saber tratarla
con desdén si hace falta
para guardar la viña.
Mañana dios dirá (por decir algo).
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