Acaba otro año y con él la repetida sensación de que ha sido mucho y poco. Leo sólo poesía. Ha sido una suerte dar en estos días con dos libros de dos poetas. José Mateos me dice: "Todo es así de simple. Y lo olvidamos". Juan Marqués confirma: "A veces una tarde o un camino están ahí, no significan nada." Y pienso como siempre que es verdad, y envidio estos poemas en los huesos y sin embargo tan sólidos, y me pregunto cuándo seré capaz, como Eugénio de Andrade, de escribir con menos adjetivos. Ya sé que tampoco pasa nada, que hay ríos que van derechos y otros que se entretienen más, y que lo importante es que lleguen donde tienen que llegar y que, por el camino, acierten a fecundar los valles y riberas que son los corazones de los hombres. Pero ¿ven? Ya me adorno.
Sí, acaba otro año y yo quiero desear a todo el mundo lo mejor para el que empieza, y me despido de este con otro poema inédito que pretende indagar ese misterio y esa emoción de la última noche que quisiéramos no perder del todo.
HISTORIA UNIVERSAL
Derramada
la copa de la luna
sobre
el negro tapete de la noche
su
champán burbujea: las estrellas
en el
aire sereno parpadean
de
gusto, como ronronea un gato
al
beberle a la madre su misterio.
Luego
van apagándose una a una
como
ascuas de un fuego hospitalario
hasta
otra vez o nunca.
¿Quién
podría decir que no fue un sueño?
Te
fijas en la tuya –es tu secreto–.
Es su
luz la bombilla
que
alguien deja encendida para ti,
abejar
de preguntas sin respuesta.
Pero
cuánto te dijo su silencio.
¿Será desde ese copo
de nevada lentísima
que
alguien emocionado te contemple
preguntándose
acaso
cuándo
nuestra burbuja, nuestra ascua?
No hay comentarios:
Publicar un comentario