Ha aparecido un pestilente artículo de Juan Manuel de
Prada que ha sido contestado en ciertos foros. El asunto no da para más, en
realidad no da para nada, porque no ofende quien quiere, sino quien puede. No
ya del exabrupto, sino de actitudes machistas, homófobas, racistas o
simplemente impías no se libraron ni siquiera nuestros clásicos, pero leídas hoy
esas perlas entendemos que en algo hemos mejorado. Clásico, clásico, Juan
Manuel de Prada no lo será. Su prosa no es la de su tiempo, y en sus libros hay
tramas, pero no vida. Sí la hay en los de Andrés Trapiello, quien
acaso ambicione en lo más íntimo no ya premios ni sillones, sino precisamente
ser un clásico, y en eso ganamos todos. El caso es que Trapiello ha aprovechado
la ocasión que vio en la patarata de Prada para airear en su blog un texto de uno de sus
diarios que deja a éste en mal lugar. Sólo quiero decir que quien aspira a lo
mejor debe ser mejor (en Seré duda vuelve
a la carga, en este caso contra Fernando Arrabal), que lo mejor también es mejorable y que el libelo, espero, pasará a mejor vida como lo van haciendo el desprecio a las mujeres o las
burlas a los homosexuales entre otras taras. Y si en lo venidero esas páginas enconadas son leídas más con
extrañeza que con sañuda sonrisa, acaso hayamos subido otro peldaño moral.
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