Al salir del centro deportivo, celebramos la buena
idea de llevar a las niñas a la piscina. Bueno es que cojan confianza con el
agua, pero también, y aquí la expresión que hace medio gracia a Sara, que nos
resuelva la mañana del jueves. Y es que así dicho es como si fueran las
mañanas, los días y los meses fechas que ir tachando a la espera de no sé qué
liberación, que empiecen a ir al colegio, que nos dejen desayunar en una
cafetería leyendo el periódico mientras se entretienen con sus pinturas, que
jueguen sesudas partidas de ajedrez mientras escuchamos música en el sofá o que
vayan a la universidad y regrese el orden a la casa (un orden que acaso
entonces nos parecería desconcertante y triste).
Algo parecido hay en esa expresión mil veces oída y
odiada desde que nos dijeron que tendríamos mellizas: “Así ya lo tenéis hecho
de una vez”. Y uno se pregunta, hecho el qué, por qué dan por sentado que no
querremos tener más. O bien esta variante: “Así lo pasáis de una vez”. Como si
la crianza fuera una gripe que hay que pasar sí o sí, y mejor cuanto antes. Por
lo menos habiendo tenido dos nos hemos librado de lo de la parejita (nadie hasta
ahora ha sido tan osado como para preguntarnos si no iremos a por las parejitas.
Sudores me entran...)
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