Tras unos
más que prometedores inicios en la poesía (de Métodos de la noche, El tobogán o La canción del antílope se podría hacer una antología con un buen
puñado de poemas memorables), Andrés Neuman alcanzó la madurez poética con el
sobresaliente Mística abajo (2008). Cinco
años después, la extrañeza: dos poemarios unidos en un volumen (No sé por qué y Patio de locos) que parecen
escritos por otra mano, desde luego menos templada. De lúcido a lúdico: mal asunto. Ojalá se trate de un
“vuelco de cajón” y podamos volver a leer al poeta donde lo dejó en aquel ya lejano Mística abajo.
Entretanto, Andrés
Neuman ha ido levantando el sólido edificio de su prosa, de la que prefiero sus
dos libros de aforismos, por ser donde más se deja ver su linaje poético: El equilibrista y este Caso de duda (Cuadernos del vigía, 2016) que me lleva a preguntarme por qué su autor no habrá empleado el saber ver que demuestran
estos pensées en sus poemas. Qué prometedor sería aquel que terminara con
este verso disfrazado de aforismo: “¿Cuánto estar hace falta para dejar de ser?”
*
La risa
trabaja.
El miedo ve. La cobardía ciega.
Toda distracción es interna.
La gente que habla alto tiende a
pensar bajo.
Nos espera una larga infancia.
El cumpleaños es el aniversario del
que ya no somos.
Un viejo es un joven tomado por
sorpresa.
Definitivamente, lo provisional.
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