Si antes el sentido de la literatura de viajes era
poner al alcance del lector paisajes y costumbres de lugares que no conocía y
difícilmente podría conocer, ahora, tan viajados todos, las páginas que más nos
gusta leer son sobre aquellos otros que sí hemos conocido, y me temo que en
parte porque dan relieve a esa ridiculez que tanto nos hincha, el “currículum
viajero”.
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