sábado, 28 de febrero de 2015

AY

Aquí hay poemas, se animaba en voz alta mientras miraba ilusionado la oscura tableta, a la que había dado un primer pellizco ya vuelto humo. Contra toda lógica, ella contestó: poemas no, pero sí versos.
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No sé si esto es cada vez menos lo que debería ser un blog o cada vez más. Ya no siento pesar por tenerlo siete o diez días en barbecho. Malo, creo, no es. El blog como refugio de las ideas para poema que no pueden ser poema (la mayoría).
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Más traición me parece pasarme las semanas buscando la luz de un grupo nuevo y tener olvidado a Bach o Arvo Part. Vuelvo a casa oyendo a este último, preguntándome cómo he podido escuchar tres veces seguidas, porque creo que tiene algo, una canción de El lado oscuro de la broca. Traición no, ya lo sé, como tampoco lo es llevar meses sin leer un poema de Unamuno o Machado por estar leyendo, y qué bien, los nuevos libros de Antonio Rodríguez Jiménez o de Luis Guillermo Alonso. Voy bien pensando estas cosas hasta que me enredo en la duda de si guardar o no las llaves para bajar la rampa con la bici. Me doy cuenta y me lo afeo, pero en el ascensor me sorprendo con el deseo de mirar en El mundo deportivo cómo tiene el barsa de baloncesto el average con el Alba Berlín, dejando a Arvo Pärt para sabe el cielo cuándo.

martes, 24 de febrero de 2015

EN CUARENTENA

A lo tonto a lo tonto, entre mitos y flautas, ya es uno cuarentón (lo es, en realidad, desde hace unos días). No nos vamos a poner solemnes (nel mezzo del cammin...), ni menos aún melancólicos. Como no da uno importancia a estas cosas, lo dejó correr lo mejor que pudo. Lástima no haber recaído entonces en estos versos de Almuzara, perfectos para la ocasión por familiaridad y tono: saben ser chulos a la manera humanísima de Manuel Machado, pero sin perder la compostura.


CUMPLEAÑOS FELIZ

A mi edad aún no hacen daño
el tiempo y sus pejigueras;
pero, entre bromas y veras,
ya se ha pasado otro año
-veremos cómo me apaño-.
Más viejo y no menos niño
hago faena de aliño
con un pasar decoroso
y aguardo en paz el ocioso
final con quien ya no riño.

                                                                                 (de Quede claro)

viernes, 20 de febrero de 2015

4+1 HAIKUS DE MIGUEL D´ORS

Miguel d´Ors en Más virutas de taller: "Haiku japonés: un poco más que una impresión y un poco menos que un pensamiento."

¿Intuición, vislumbre? Su haiku -con razón y corazón- más citado germina en esa tierra de nadie: "Para el aroma / nocturno del jazmín / no hay alambradas."

¿A dónde irás,
pequeño escarabajo,
sobre la nieve?

El diminuto
zumbido del mosquito
llena la noche.

No ensombrezcas
el color de esta nieve
hablando de ella.

¿Quién irá sobre
la mosca que va sobre
el elefante?

viernes, 13 de febrero de 2015

QUÉ PAÍS

No me gusta oírlo, ni soporto a la gente a la que no se le cae la frasecita de la boca, pero cómo no darles la razón viendo el rifirrafe entre Montoro y Monedero. Uno que va dando lecciones de integridad, entregando a toda prisa una declaración complementaria a Hacienda para regularizar una situación por lo visto no irregular. Y aquí no ha pasado nada. ¿Reacción de Podemos? Tanta severidad con el desmán ajeno, y tanta comprensión con el propio. ¿Qué se hizo del movimiento ciudadano, las asambleas (para debatir, por ejemplo, la salida del partido del camarada Monedero) qué se hicieron? Qué poco tiempo les ha hecho falta para adoptar la misma actitud cínica que cualquier otro partido, primero negando y luego minimizando, sin olvidarse del "y tú más". Vaya vaya.

No seré yo quien diga que es lo mismo defraudar diez que defraudar mil, pero a nivel de validez política debería serlo: no es una cuestión de grado. Si el que roba una gallina se comporta así cuando le han pillado, y le dejan comportarse así, miedo da pensar lo que no robará al mando del gallinero. Ahora, de ahí a equipararlo a los ladrones de guante blanco, tampoco. Uno es un robagallinas de momento y que se sepa; los otros son depredadores. Es penoso tener que sufrir que un politicucho como Montoro utilice la hacienda pública para beneficiar los intereses electorales del PP, amenazando, insinuando, jugando con la ventaja del secreto fiscal. ¿Dónde está la lista de los que se acogieron a la amnistía fiscal? 

¿No vendrá un viento fuerte que los lleve al basurero?




jueves, 5 de febrero de 2015

ARMONÍAS, A VECES

El profesor de armonía se había sentido indispuesto y durante la hora de guardia me tocó cuidar su clase. Como su aula está frente a la mía, me dio tiempo a coger el libro de las Voces. Tenían examen. Sólo eran siete alumnos. Yo me hacía cruces por que no me preguntaran nada, tan olvidada tengo esa materia. No fue el caso. Ellos se limitaban a escribir, borrar y mirar el reloj. Se podía oír, junto a algún bufido ocasional, el ruido de los lápices y los bolígrafos rasgando el papel, tan hondo era el silencio. Me adentré en los aforismos de Porchia con total tranquilidad. Entre uno y otro, como las gallinas para pasar mejor la comida, levantaba la cabeza. En uno de esos ojeos me pareció ver que una de las alumnas, una rubia joven con una larga coleta, se miraba la palma de la mano. No, por favor, pensé. Lo hizo varias veces, escribiendo entre medias. Cuando me descubrió mirándola se azoró. ¿Será necesario barajar de nuevo los gastados naipes del rosicler de la aurora, del rubor de la rosa temprana para encomiar la color de aquel rostro adolescente? Me levanté y me senté cerca de ella sin dejar la lectura. Fue suficiente para que no reincidiera. Yo me daba por satisfecho. A y media debían entregar los exámenes. Tenéis cinco minutos, avisé. Pasados estos, los más rezagados seguían escribiendo con desesperación. Tal vez su aprobado dependiera de ese último esfuerzo. Decidí esperar otro poco. “Dos minutos”. Un chico cuyo aspecto de náufrago despertó mi simpatía y un si es no es de lástima, tal vez por verme reflejado en el espejo de los años, pareció cobrar ánimos. Era también hermoso de ver. Volví a mi mesa. La chica de la coleta entregó su examen sin mirarme a la cara. “Hala, venga, ya, entregad”. Entregaron los dos que faltaban. Como aún me quedaba media hora de guardia, quedé un rato en el aula vacía hojeando un examen. Era talmente como una lengua que hubiera olvidado, por más que sus signos me resultaran familiares. Para mis adentros, argüía en mi descargo el hecho de que la formación que reciben hoy los alumnos de armonía es mucho más completa que la que recibimos los alumnos del anterior plan de estudios. Bajé y aún había dos ansiosos alumnos verificando en los apuntes la corrección de sus respuestas. Descarté una broma cruel. En la sala de profesores maté el tiempo haciendo una ronda de blogs. Di la llave a las bedelas y salí. Ese primer contacto con el aire de invierno tras varias horas encerrado en aulas con deficiente ventilación es, a veces, lo mejor del día. Gratis, por cierto. Como el breve paseo hacia casa. Descarté poner música. Los oídos ya habían recibido bastante (a veces la pongo, para dar al fuego la matraca infligida por el último alumno, por desintoxicar). En medio del temporal, rodeados, aquí rara vez nieva. Podría ser esa la oscura razón por la que los de Valladolid siempre me parecieron niños tristes. “Tienes derecho a la nieve”, les diría para engañarlos si tuviera que hacer un anuncio. Después del fin de semana en León viéndola caer sobre el parque de san Francisco desde la cama o el sillón, calentito siempre, o escuchando cómo se deshacía el silencio sobre la noche luminosa y sola de la plaza del Grano, después de esas horas o siglos de una vagarosa y mullida ensoñación, estos días gafos de viento choricero, estas noches cerradas donde el aire aúlla en las ventanas. Qué desabrido invierno si no esperara otro sol dentro, si no supieras que, como se decía más o menos en una hermosa película, la tristeza de hoy es parte de la felicidad de entonces, como lo será de la de mañana.