domingo, 31 de marzo de 2013

viernes, 29 de marzo de 2013

RUIDITOS

        En el teatro de la Laboral, en Gijón, al inicio del concierto del compositor islandés Jóhann Jóhannsson, en medio de un frágil paisaje sonoro, despierta general chifla el estornudo de una lata de refresco. Al poco rato comienza a oírse el persistente ruido de un plástico. Por costumbre, pienso en el inevitable caramelito de menta de la señora de atrás. La operación, que muchas veces se convierte en auténtica porfía, es comúnmente realizada con exasperante lentitud, acaso porque piense la catarrienta señora que así hace menos ruido, cuando lo que hace es ruido durante más tiempo. Pero no, ahora que lo pienso no hay señoras catarrientas con caramelitos de menta en estos saraos festivaleros. Al buscar la fuente sonora, la hallo en T., que hurga en la bolsita de sus particulares mentolados. D., entremedias, le mira señalándose la nariz sin decir palabra. T. se percata de nuestra atención, guarda el percal y se arrellana. Cuando finaliza ese primer tema, de unos diez minutos, y una base rítmica anuncia un cambio de dinámica, su voz nos sobresalta: “Vale, parece que ya empieza esto, creí que nos habíamos confundido de sala”. Sencillamente, no concibe que un concierto de un festival sea para estar en silencio, y menos sentados.  

lunes, 25 de marzo de 2013

EN LA CABAÑA

        Un cambio en la rutina es siempre de agradecer, a condición de que no se convierta en rutina. Gracias a las Jornadas Culturales del conservatorio salgo a las seis. El tiempo, desapacible como casi siempre últimamente en la Semana Santa (si fuera agorero pensaría que al de arriba no le agrada ni esta multitudinaria manera de celebrarle ni el fariseísmo de algunos ilustres devotos, y envía ríos de lluvia y airones y hasta pedrisco, y truenos que braman no en mi nombre), el tiempo desapacible, decía, aconseja quedarse en la cabaña. 

         Reviso una carpeta donde envejece, y de qué manera, mi primer libro de poesía, afortunadamente inédito. Si la alegoría es conocida también como metáfora continuada, hipérbole continuada podría subtitularse esta Habitada niebla que, no lo olvido, tanto me dio, nacidos sus poemas del más puro regato. Sólo unos pocos, tras rigurosa poda, encontraron asiento en Quietud. En fin, en escala descendente, las mejores intenciones, buenas ideas, algún buen verso y malos poemas. Y sin embargo...


DÍA SALVADO

                                               Puede ser que esa noche hayas soñado
                                               con Wagner devorado por sus propios trombones
                                               y más tarde la calle te depare
                                               la confabulación definitiva
                                               de mártires, semáforos hostiles,
                                               palomas de implacable puntería.
                                               Tropiezas con tu sombra, te doblan las esquinas
                                               y ya de vuelta a casa dan fiesta los vecinos.
                                               Imposibles los versos ajenos, imposibles
                                               los propios,
                                                                     a no ser...

                                               Puede ser que esa noche hayas soñado...

miércoles, 20 de marzo de 2013

LOS PLACERES DEL MONTE


Ver desde la soleada altura el subeybaja de la niebla, como una marea acelerada.

Notar cómo agradecen las piernas un llano o una subida tendida después de una bajada prolongada.

Empezar a dudar y asustarnos cuando se nos ha echado la niebla encima y escuchar de pronto un murmullo creciente de esquilas y campanos.

Llegar a un collado y ver la panorámica que la peña ocultaba.

Comer: nada sabe más rico que en la montaña. El jamón que íbamos a tirar o el turrón cuyo mejor horizonte era llegar a otras navidades, aquí son teta de novicia.

Subir entre la niebla meona y empezar a distinguir el disco solar, música luminosa, y según ascendemos distinguir los perfiles y admirar lo bien hecho que está el mundo y ver a nuestros pies el movedizo mar de nubes.

Sorprender a un grupo de rebecos en un argayo y admirar con el corazón encogido su huida por cortados imposibles.

Ir racionando el agua por haberla calculado mal y al escuchar, música celestial, un regato o una fuente, beber de un trago la que quedaba en la cantimplora.

Tropezar –y esto es mucho– con un cuerno de ciervo.

[…]

Que cada cual encuentre sus placeres.




sábado, 16 de marzo de 2013

NUNCA MARTILLOS, YUNQUES



         
        Nunca se llega tarde a un poeta. Siempre se está a tiempo si lo que escribió está en el tiempo. Leo Meteoros, la obra poética de Antonio Pereira que editó Calambur, y comprendo que es la poesía la raíz de cuanto escribió. Viene a decir Andrés Trapiello que la poesía es el cuerpo de la literatura, y los géneros los trajes que visten ese cuerpo. Pereira, reconocido sobre todo por sus cuentos, felizmente recopilados por Siruela, es en esencia un poeta (siempre hablo en presente de lo vivo, aunque viva sin cuerpo).

        Recuerdo la imagen entrañable de Pereira entrando en el Aula Triste del palacio de Santa Cruz de Valladolid del brazo de su paisano José María Merino, compañero de filandones, para una lectura conjunta. La inteligente socarronería que nunca le abandonó es la misma que da ventilación a sus cuentos y vuelo a su poesía. Paco el librero, me cuenta cómo lo primero que hacía al entrar en la librería de Ordoño era preguntar por su libro. “No lo veo en el escaparate”, inquiría con zumba.

        De su segundo libro de poesía, Del monte y los caminos, al que vuelvo de vez en cuando como a nido, vuelan hasta aquí estos versos en que el poeta de Villafranca del Bierzo, hijo de herrero, canta a lo suyo.


(DEL MONTE Y LOS RECUERDOS)

2

Hoy no voy a cantar
por una catedral.
Ni siquiera por pájaro,
mujer o nube altiva.
Hermosa a su manera
y de cantar posible
si la mira el amor
es la ferretería.

Digo una tienda al norte
que da a la carretera
por dos puertas delgadas
y por una vitrina;
que da al mundo, a los carros,
a la pequeña historia
de la gente sufrida.

De la gente sufrida,
porque decidme: Quién
compra las herramientas,
si puede –no pañuelos
bordados de batista–,
para las manos duras,
para la tierra dura
–no las tazas a juego
de porcelana fina.
Quién toma los alambres
y los comprueba a pulso
hasta saber su fuerza
oculta y retorcida,
el filo de las hoces
–siempre desconfiando–
y las dulces navajas
de adentrar en las viñas.
Y los clavos, decidme,
los clavos, qué parroquia
van a tener si no es
la gente sometida
que va por los caminos
con hierro en el calzado
y señales profundas
de clavos más arriba.

Un libro, un manifiesto,
un espeso inventario
en símbolos están
por las estanterías.
Si se saben leer
está cabal la historia
de este poco de muerte,
de esta media vida.

Yo sé que no resumo
una fácil belleza.
Pero otro canto, ahora,
de qué me serviría.

jueves, 14 de marzo de 2013

LECTURA

        Mañana viernes presentaré Quietud en la Casa Zorrilla de Valladolid. Será a las 20 h. Están invitados.


miércoles, 13 de marzo de 2013

PROSA, VERSO

        ¿Cómo puede ser que emplee una hora para una prosa de cinco líneas, sin contar con las veces que vuelvo sobre ella para cambiar una palabra por otra para volver a cambiarla por la primera, marear las comas o mover los complementos como al que mandan de la Delegación al Registro, del Registro al Juzgado y del Juzgado a la Delegación? No le ayuda a la prosa el aderezo poético. “La poesía prosaica, la prosa poética”, escribí hace años tanteando una poética. Pues no. La poesía poesía, y la prosa prosa. El contagio desnaturaliza. Lo que en poesía es genuino, injertado en la prosa es postizo. Empecemos por renunciar a cerrar cada fragmento en prosa con la rotundidad y la resonancia propias del verso. 
 
 Yedra sobre la iglesia de San Antolín de Bedón

domingo, 10 de marzo de 2013

PALOS DE SORDO

        Sucede a menudo. Estoy leyendo algo que me parece bien escrito y el autor pasa a hablar de música, y lo hace con una impropiedad sonrojante. Me pregunto entonces si esa imprecisión estará también presente en tantos otros ámbitos que no conozco. Pienso, claro, en las cuezas que también yo meteré. Sólo hay un tema del que todos sabemos lo mismo, nada: la vida. Ahí sí podemos dar tranquilamente nuestros buenos palos de ciego. Los que conocen el secreto ya están donde no pueden revelárnoslo y el que podría hacerlo no quiere.

 Olmo seco, todavía preguntando
(hacia el valle de Ordesa)

martes, 5 de marzo de 2013

NO PASA EL TIEMPO

        G. tiene el reflejo de, antes de encender un cigarrillo, mirar a derecha e izquierda. Media vida fumando a escondidas del padre y la otra media a escondidas del hijo.