sábado, 31 de diciembre de 2016

ASÍ DE SIMPLE

Acaba otro año y con él la repetida sensación de que ha sido mucho y poco. Leo sólo poesía. Ha sido una suerte dar en estos días con dos libros de dos poetas. José Mateos me dice: "Todo es así de simple. Y lo olvidamos". Juan Marqués confirma: "A veces una tarde o un camino están ahí, no significan nada." Y pienso como siempre que es verdad, y envidio estos poemas en los huesos y sin embargo tan sólidos, y me pregunto cuándo seré capaz, como Eugénio de Andrade, de escribir con menos adjetivos. Ya sé que tampoco pasa nada, que hay ríos que van derechos y otros que se entretienen más, y que lo importante es que lleguen donde tienen que llegar y que, por el camino, acierten a fecundar los valles y riberas que son los corazones de los hombres. Pero ¿ven? Ya me adorno.

Sí, acaba otro año y yo quiero desear a todo el mundo lo mejor para el que empieza, y me despido de este con otro poema inédito que pretende indagar ese misterio y esa emoción de la última noche que quisiéramos no perder del todo. 


HISTORIA UNIVERSAL

Derramada la copa de la luna
sobre el negro tapete de la noche
su champán burbujea: las estrellas
en el aire sereno parpadean
de gusto, como ronronea un gato
al beberle a la madre su misterio.
Luego van apagándose una a una
como ascuas de un fuego hospitalario
hasta otra vez o nunca.
¿Quién podría decir que no fue un sueño?

Te fijas en la tuya –es tu secreto–.
Es su luz la bombilla
que alguien deja encendida para ti,
abejar de preguntas sin respuesta.
Pero cuánto te dijo su silencio.
¿Será desde ese copo
de nevada lentísima
que alguien emocionado te contemple
preguntándose acaso
cuándo nuestra burbuja, nuestra ascua?

MELANCOLÍAS

Linus Young: "Valentine" (de Category 5, 2014)
 

miércoles, 21 de diciembre de 2016

DQL



Es otro signo de los tiempos. Me ha ocurrido más veces. Al ir a sacar la entrada del concierto del martes, la empleada quiso asegurarse: ¿El de DQ Lee? No, el de las arias de Handel y Vivaldi. Comprobó. ¿Pero es en el que canta DQ Lee, no? Sí, creo que sí. Imagino que captó mi afán didáctico, y de ahí su posterior aspereza, con la que contaba.
La idolatría alcanza extremos grotescos en el caso de los cantantes. Hagan la prueba: escuchen o lean una entrevista a uno de ellos y ya verán cómo antes o después sale a escena la palabra “éxito”. Cuando van teniendo cierto nombre, casi da igual lo que hagan. El programa del concierto que iba a ver era prometedor, con una selección de arias exquisitas (Sento in seno, Sol da te, Ombra mai fu), un concerto grosso de Corelli y un precioso concierto para dos flautas de Telemann.
Pero ahí estaba DQ Lee, que no sólo me hizo pensar absurdamente en CR7 por la elección de su nombre artístico, sino por lo similar de sus poses al ir éste a lanzar una falta que acabará en el segundo anfiteatro y al disponerse aquél a atravesar el umbral del Do5. Ya dije que todo vale. Si en uno de sus silencios baila como lo haría en una discoteca, risas. Si actúa –sobreactúa– en una aria que, fuera del contexto de la obra, no lo pide, risas. Si bromea con pasar la página al concertino mientras la está leyendo, o le da un toquecito de cadera al director, risas. Pero lo más irritante llega cuando éste, Spinosi, pide en el segundo bis que el público cante el “Noche de Paz” mientras la orquesta lo toca, dedicando su interpretación a los niños que mueren en nuestras guerras, y al gallo no se le ocurre otra cosa que salir del escenario y volver con su móvil para agitarlo al ritmo de la melodía mientras afecta un rictus emocionado con la intención de llevar a risa la complicidad sincera que el director había conseguido crear.  
Triste. Qué mal entendido. Recuerdo al mismo Spinosi años atrás, durante el último aplauso de otro concierto, tomando la partitura del Te deum de Charpentier para enfocar hacia la obra los aplausos. Ni más ni menos. Como quien traduce poesía: rigor, cariño y humildad.

sábado, 17 de diciembre de 2016

CABECEANDO

Salir de casa antes para ir más despacio, sentarme en el banco que me conoce hasta que falten tres minutos para el inicio de la primera clase y escuchar una canción guardada para ese momento mientras miro cómo el viento arrastra las hojas.

Pero un sobresalto. Veo acercarse al padre de ese primer alumno de las cuatro, que volverá a su casa después de dejar en el conservatorio a su hijo. Inevitable encuentro. Imagino su estupor cuando ve que el motivado que está cabeceando en un banco con la capucha puesta, sin que quede muy claro si escucha música (no se ve cable alguno) o si es que el chavalillo simplemente denguea, es el profesor en cuya tutelar compañía hacía ya a su hijo.

Thievery Corporation: "The state of union" ( de The richest man in Babylon, 2002)

miércoles, 14 de diciembre de 2016

LIBROS Y BRAGAS



Si los libros huelen, bien. Si no huelen, también bien. No es en ellos el olor atributo a valorar. Por eso ver a esos ceñudos hurones ventearlos en los rastros me hace pensar con desprecio en esos rijosos que se dedican a husmear bragas.