sábado, 29 de octubre de 2016

CARACOLES, CHÍNFANOS

Salir a la calle se convirtió en un problema de conciencia. Con las lluvias habían invadido las aceras miles de diminutos caracoles. Podía haber tranquilamente cien de ellos por metro cuadrado. Iba, para más inri, con el carro. Sara venía unos metros detrás, de puntillas. A cada paso se oía su prematura aniquilación, se sentía en la planta de los pies el crepitar de sus débiles conchas al romperse. Estoy seguro de que habrá quien disfrutaría de ello, como quien muerde avellanas más que por su sabor por su manera de romperse en la boca. Alguien como el que, hará un par de semanas, se dedicó a estampar contra la pared de un local comercial una decena de viruleros, nuestros inofensivos chínfanos. Sus cuerpos, todo patas, tachonaban el muro blanco de un modo indecoroso, grotesco, separados entre sí como medio metro. Tal vez el facineroso iba a la compra y sin detenerse los iba estampando con la bolsa que llevaba. 

A su pequeña memoria, la canción de esta semana.

Tindersticks: "My oblivion" (de Waiting for the moon, 2003)
 

viernes, 21 de octubre de 2016

CALADEROS

Esas preciosas treguas arrancadas al trajín enemigo del adentro... Hay que acertar en ellas a hacer algo productivo, es decir, algo que dé horizonte. Por ejemplo, en la tarde del sábado o del domingo, ojear webs o revistas musicales (Mondosonoro, Rockdelux), por sugestión escuchar un tema o dos de los grupos y discos que creemos que nos pueden gustar, y si nos gustan, escuchar el álbum entero, y si nos sigue gustando, ir escuchando los anteriores. Esas canciones, discos y grupos serán oxígeno para la semana entrante, con suerte para las semanas siguientes, y con mucha suerte uno de esos grupos cuyos movimientos seguiremos. 

Sé que así pierdo tiempo escuchando música que ni fu ni fa, o directamente más fa que fu, que con los clásicos de uno no se falla nunca, pero esa ilusión por dar con nuevos caladeros me mantiene tanto como la de dar con un nuevo poeta, no alguien con buenos poemas, sino un poeta. A propósito de esto, gracias al blog de uno de ellos, Álvaro Valverde, conocí a otro, Emilio Quintana, que, en el prólogo de sus Poemas escritos a lápiz, escribe esto: "Creo firmemente que en los 100 vinilos que editó Sarah Records en los años 90 hay más poesía que en toda la obra de Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Pablo Neruda y otra gente famosa que aparece en los manuales de literatura del siglo xx." Y qué bien me parece que alguien se atreva a decirlo tan claro. A mí me pasa con poetas hoy architenidos por referentes (Claudio Rodríguez sería un ejemplo). ¿Y no la hay -más poesía, digo- en la sencillísima armonía al paso del minuto 2:28 de esta canción que en tantos libros de presunta poesía? Di con su autor huroneando en una de esas revistas. Steven Wilson, pájaro raro, es un músico fogueado en el rock progresivo que, actualizando su sonido, ha dado en un disco notable de amplio espectro que me ha reconciliado un poco con los solos de guitarra saturada. Un nuevo amigo.

Steven Wilson: "Significant other" (de Transcience, 2016)