viernes, 17 de enero de 2020

SUELTOS


Correo de Javier Dámaso, poeta y profesor de la universidad. Me invita a unas jornadas que organiza desde hace tres años. Esta vez el tema será el abandono del mundo rural, lo que ahora a todos les da por llamar la España vaciada. Me parece justo y necesario, pero me temo que después de aparecer en una antología sobre eso mismo no haya quien me quite ya el baldón de neorrural.
Parece que va a haber, esta vez sí, libro. Debajo del título pondrá (espero que me dejen) 2014-2017. No hay verbena al que no le haya llevado al pobre, y tan manoseado le tengo que me nace viejo. Algunos poemas los tengo medio olvidados, otros no sé si están entre esos inéditos o entre los inéditos-inéditos. Esto me parece bien.
Se me “desapunta” otro alumno, el segundo en lo que va de curso, los dos de 1º. Temo que en jefatura empiece a haber runrún. Estoy tranquilo. En este caso hay problemas familiares. En el otro, vaya, no sé qué pasaba con el niño, que no se hallaba en el aula (entiéndase conmigo). Cada vez cuesta más hacer comprender a los padres que el conservatorio no es una extraescolar, que como no practiquen a diario, o casi, no hay tutía, salvo que se tengan unas condiciones descollantes (era mi caso). Les cuentas esto la primera semana, que tienen que sacar un rato todos los días, que necesitan este material, y a alguno se le escapa la sonrisilla. Ayer, 16 de enero, me venía un niño con el metrónomo. Se lo habían traído los reyes.
Marrones con el CFIE, el centro de formación del profesorado, del que soy responsable en el conservatorio. Por ello me quitan alguna hora, y casi nunca hay nada que hacer, pero en los tres aluviones de cada curso se pasa mal, sobre todo por tener que andar detrás de los profesores que coordinan las actividades. He mandado la documentación de dos cursos, pero venían mal algunos DNI. No son horas de andar enviando correos con estas mandangas. Queda para mañana, pero quién me dice que mañana viernes no se me olvidará y estaré con el raca raca el fin de semana. Estas cosas de 5 minutos se me hacen nubarrones. Qué mal acostumbrado estoy.

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