Fue un regalo de cumpleaños. Uno más, pero no uno más. La guinda, diríamos. Seis años (pero cuatro) y 35 poemas después de Lo breve eterno va a salir al mundo, que no a la vida, Hilo de nada. Cuándo empieza la vida es algo que un padre aprende, como tantas otras cosas. Diría que estos versos los ha escrito el mismo poeta, al que enseñó a mirar la Naturaleza, pero no el mismo hombre. Imposible indagar sobre la propia intimidad sin que ésta vaya dejando sus huellas. Éstas convierten a Hilo de nada, también, en un libro de familia, y nada agrada más que esto a su autor, que acaso no conoce otra manera de agradecer.
La cubierta, a la vista está, no puede ser más hermosa, con el dibujo del pintor cántabro Alfonso Guazo, una madeja que es a la vez un universo y un hilo, ese "hilo de nada" que, escribe JRJ, ata por dentro un libro como el que ha intentado urdir uno para que sus poemas, siendo lo más importante, no sean sólo sus poemas. Me queda agradecer a Eolas y a su editor Héctor Escobar su disposición y su buen hacer.
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Este texto se publicó aquí hace unos meses. Me sigue pareciendo un buen frontispicio, y así lo dejo. El libro estaba ya, como si dijéramos, para darle al botón cuando llegó (marzo de 2020) lo que todos sabemos. Fue hacer un poco más de sed para disfrutar aún más ese vaso de agua fresca que tanto necesitábamos. He ido con Hilo de nada más lento, pero no tanto. Cerrado ya en 2017, se me moría el libro dentro. Por eso quiero reiterar mi agradecimiento a Héctor Escobar, editor de Eolas, y a Alfonso Guazo, autor de la preciosa portada.
Hilo de nada. Eolas ediciones. 2020.
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