jueves, 8 de octubre de 2020

DOS MEZQUINDADES

Camino del colegio, con Laura y Andrea, llegamos a la altura de cuatro mujeres que hablan tan entretenidas que seguramente no se dan cuenta de que ocupan toda la acera. “Ay, perdona, hijo, estamos en medio”, dice una de ellas mientras las otras siguen hablando. El pasito que da no cambia la situación, y tenemos que pasar en fila india. Pero ella quedó de educada, que es lo importante.

En el supermercado, ya en la caja, se coloca detrás de mí una pareja de unos 50 años (en el supermercado la edad me parece relevante). Como sólo llevan unas pocas cosas les digo que pasen delante. Ella siente la necesidad de justificarse, como si fueran ellos los me hubieran pedido adelantar la cola: “Sólo llevo esto…”, lo que podría dar a entender que dejarles pasar sería lo que haría cualquiera, restando con ello, queriendo o no, valor al gesto. Hay gente que lleva hasta lo ridículo su afán de no tener nada que agradecer.


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