martes, 7 de agosto de 2018

DE LAS COSAS DEL CAMPO





Neorrurales (VVAA), Berenice, Ed. Almuzara


Ha aparecido una antología de “poetas de campo” (así se subtitula) en la que el antólogo, el profesor y escritor Pedro M. Domene, ha tenido a bien incluirme. Lo mejor es la compañía: Alejandro López Andrada, Fermín Herrero, Reinaldo Jiménez, Josep M. Rodríguez, David Hernández Sevillano, y dos jóvenes a los que no conocía, Hasier Larretxea y Gonzalo Hermo. Tampoco había leído nada (y es para matarme) de Hernández Sevillano, y conocer sus poemas no ha sido un regalo menor que el de ser antologado por primera vez. Poemas como “En la ermita”, “Confesiones al oído de una mujer enferma” y “Los motivos del poeta” son de los que no se olvidan y justifican este oscuro mester, pues sí, “la vida pide versos / igual que la vejez pide caricias.” Tanto Sevillano como Josep M. Rodríguez y un servidor hemos sido englobados en la “generación intermedia”. Se ve que se acabó lo de “poeta joven”, y me parece bien, tanto más cuanto no se me escapa que José Jiménez Lozano, por poner un ejemplo, es a sus 88 años un poeta joven. “Y todo se reduce a seguir vivo”, como advierte Josep M. Rodríguez, de quien se recogen poemas memorables como “Indecisión”, “La charca” o “El corazón del bosque”. Leo en la nota biográfica que Rodríguez y Sevillano, casi quintos pero uno y dos años más jóvenes que yo, han publicado ya 6 y 7 libros de poemas respectivamente, y a la vez no me lo explico y me maravillo, claro. La generación de los más veteranos está representada por López Andrada, de quien prefiero los poemas más recientes, y Fermín Herrero, cuyo poema “Catastro” no me canso de leer, así como su poética introductoria. Me entusiasma menos el título de la antología, ese “Neorrurales” que, si bien es un marbete que puede llamar la atención por estar más o menos de moda, no deja de tener cierta connotación peyorativa. 
Títulos y generaciones aparte, lo que aquí se respira es el sentimiento de pertenencia a algo común, y, más allá de las creencias de cada uno, eso mismo es lo que ha impulsado cualquier manifestación del espíritu. Di hermano y entra.

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