sábado, 28 de marzo de 2020

DESDE MI BUHARDILLA


Hola, Avelino. Qué sorpresa tu triple cartadesde tu celda”. Me dices que no hace falta que te conteste en el blog. Puede parecer cosa impúdica, pienso que quizá pienses. No te hago caso. Qué tímido soy, dices, y seguramente. Pero no por ello dejo de preferir a los hombres “naturales como la naturaleza misma y efusivos como siempre es ella” (ya que la cosa va de cartas, cito una de Juan Ramón a Cristóbal Roncero). También yo me prefiero así (“¡divinos hombres naturales!”), aunque rara vez me consiga.
La primera vez que estuve en lo de arriba del Gran Café fue en el 95. Hacían un concurso de música, no necesariamente clásica. El presidente del jurado era un profesor de guitarra del conservatorio, entonces director. Me presenté con mi pianista, tocamos la sonata de Hindemith y unas variaciones sobre Carmen, de un tal François Borne. Ganó un grupo vocal femenino. Recuerdo que acabé muy disgustado con mi actuación, pero unos años después vi el vídeo, que había grabado mi padre, y no me pareció mal. Esto es así siempre, también con lo que se escribe. No nos dejamos vivir. Fue agradable la presentación de La madera que arde y el vino que siguió en el León Antiguo, con Llamazares también. Pero no fue la última vez que nos vimos. Fue en la presentación de Suena la nieve, de César Iglesias, gran tipo. Esta vez a los vinos siguieron el perfumatto y el whisky, que es lo mío, y esto lo digo para deslizar la teoría de que la gradación de las libaciones es un buen termómetro para medir la confianza.
Me preguntas por mis versiones de Andrade. Te las mando ipso flauto. Pero vaya por delante que no soy traductor, mucho menos “especialista”. Me gusta el portugués, a quién no, pero sólo lo conozco de leídas. Me he apoyado en ocasiones en otras versiones, de Pámpano, Crespo et alii, aunque me parece que quien mejor ha sabido salvaguardar la poesía al volcar ese idioma al castellano es Carlos Clementson. Los versos que citas son del poema “A arte dos versos”: Toda la ciencia está / aquí, en la manera / con que esta mujer / de los alrededores de Cantão / o de los campos de Alpedrinha / riega sus cuatro o cinco / surcos de coles: mano / precisa con el agua, intimidad / con la tierra, tesón del corazón. / Así se hace el poema.
Hablas de Andrade y te vas a Auden, a Gil de Biedma, a Thomas Mann. Vuelves y te vas otra vez como una mariposa que no ignorase que en esos meandros está el encanto de la conversación que se quiere vuelo, en irse por las ramas sin olvidarse del tronco. De Biedma estoy leyendo, a ratos como todo, los ensayos de El pie de la letra, muy aprovechables. Por ejemplo: “Para leer bien y para guardar la fe en la literatura no hay, a cualquier edad, nada como tener pocos libros que leer a nuestro alcance.” Ahí soy preso. Dices que estaré como tú cansado de leer y escribir. Con esto del confinamiento me las prometía muy felices, iba a escribir mucho, a escuchar mucho, a leer mucho. Pues no. Lo fácil sería echar la culpa a las dos ardillas que menudean por casa o a este mal remedo de las clases telemáticas. Pero ni el continuo desfacer de picias y zipizapes ni la desesperante lucha contra las tecnologías tienen culpa de que no lea más y no sea capaz de ver claro en los seis o siete poemas que tengo en el telar. Y luego está lo otro, la sensación de no estar leyendo lo que tendría que estar leyendo, de perderme siempre algo mejor.
Avelino, esta mañana he seguido tu método de revolver papeles y he dado con un diario de 2006, pero un diario diario, con lo bueno y (sobre todo) lo malo que ello conlleva. ¿Qué hice tal día como hoy de hace 14 años? “28 de marzo. Mientras Dragó, Fernando Arrabal, un demente y un abrazafarolas montan el chou por la tele, releo a Vicente Gallego. Paradojas del destino, la astracanada que emite Telemadrid versa, nunca peor dicho, sobre la poesía, relegada a un segundo plano debido al afán protagonista de los cuatro actores. Apago y busco la poesía en su sitio. «Y sólo hay salvación en este empeño / de ser como la rama que, feliz, / borracha de su savia poderosa, / florece ante un barranco sin pensar / que su fruto ha de ser para el abismo.»”
¿Qué fruto tendremos de todo esto? ¿Son más los que esperan que cuando termine de pasar esta guadaña nos miremos de otra manera, o los que sólo ven en ella un latoso paréntesis para seguir a lo mismo? Fruto bien agraz echará este árbol de muerte, pero no debe, no puede ser para el abismo, para lo mismo.   
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P.S. Mándame el dibujo con las líneas de Andrade cuando se pueda, si no es mucho pedir. Lo pondré en un marco junto con el del pueblín. Y salúdame a Mar.
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P.P.S. Te dejo un par de canciones, una para la mañana y otra para la noche, seguro que sabrás. A ver si te gustan.


JJ: "You know" (de JJ nº 3, 2010) 

Jon Hopkins: "Scene suspended" (single, 2020)


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