Las parejas
en las que ella le corta el pelo a él duran más.
[Por contra,
y para compensar, las parejas en las que ella le explota a él las espinillas
duran menos.]
Regalar es
una forma elegante de pedir.
[Podrá ser
una forma elegante de agradecer. Pero regalar para forzar una contrapartida –y
esas cosas se notan– es lo menos elegante del mundo.]
Si tallas un
corazón en un árbol puedes ver cómo crece tu cursilería.
[Y también
cómo tu corazón se ha ido rompiendo por muchos sitios.]
Si tienes
amigos indiscretos el tonto eres tú.
[¿Habéis
oído, gente?]
Hay
aforismos que levantan la caza para que otros escritores la cacen escribiendo
una poesía o un artículo.
[Eso es
bueno, y son los mejores aforismos. Por suerte hay pichones para todos.]
Muchos
políticos se corrompen para no ser ceros a la izquierda.
[Sin duda
les gustan más los ceros a la derecha.]
Hay personas
que nos sirven de referencia sobre ciertos asuntos polémicos: tenemos que
ponernos siempre en el lado opuesto al suyo.
[Tenderemos,
sin duda, a hacerlo, pero nunca está de más pasar cada cuestión por el tamiz de
nuestro propio entendimiento.]
Todos hemos
pasado de niños por la tortura de tener que comer coliflor.
[Pero se podía
lenificar con la mayonesa. En cambio, ante el hígado, con ese olor a sangre,
solo valía taparse las narices con la otra mano. Y que no te vieran.]
El solitario
desarrolla estrategias para ir perdiendo amigos.
[Quizá ni le
haga falta. Basta con dejar que el camino se llene de maleza.]
Quizá ya
seamos una nueva especie: el homo
internetensis.
[Lo
fascinante es que el homo internetensis nos
conduzca de vuelta al homo erectus.]
En España
hay días de agosto en los que uno cree reconocer a la misma mosca de todos los
veranos.
[No solo
eso, es la misma mosca para todos los españoles: la que nos despierta de la
siesta.]
El efecto
opiáceo de la novela no lo consigue ningún otro género literario.
[Cierto. Nunca entenderé que la gente prefiera
ver una maratón que los 1500 o los 100 metros lisos.]
Me gustan. Gracias.
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