lunes, 27 de febrero de 2012

MÁS DE RAMÓN Y LOLA (UNA HISTORIA DE ALFRED PERIQUITCHCOCK)

Los pollos van ya por la tercera jaula. Si siguen engordando acabarán echándonos de casa. “Este piso es demasiado pequeño para los cuatro”, insinuarán displicentes en cuanto aprendan a hablar. En sus comportamientos comienzo a percibir motivaciones ocultas, intenciones muy concretas. A mí no me engañan. La mudanza de su trato hacia nosotros, progresivamente arisco –no tardarán en picar la mano que les da de comer–, creo que podría situarla a principios de año. Quiero recordar que fue por entonces cuando vimos Los pájaros. Como se animan con el ruido, para ver una película o escuchar música con atención los desterramos momentáneamente a la cocina, o bien los tapamos para que duerman. No lo hicimos entonces, pero ellos permanecieron callados. No supe interpretar en su momento aquel raro silencio, que si entonces calificaría de grato hoy no dudaría en tildar de inquietante y premonitorio. Debimos taparlos, así de sencillo, y yo me estremezco al pensar que las vidas de la gente a menudo se echan a perder por detalles nimios. Encarados a la pantalla, sin poder suponer el artificio de lo que veían a través de aquella ventana, identificándose con la historia (acaso sus cuerpecillos se inclinaban también en cada curva, como los de los agapornis de la película), tomaban nota de la libertad de los sublevados, de su capacidad lesiva, de su disciplina cuasi castrense, aprendiendo rebeldía, alimentando un odio que acabará con ellos o con nosotros, contagiándose de la avilantez creciente de los protagonistas de la historia –sus compañeros pájaros, claro, no aquel fatuo aunque irresistible galán ni aquella despampanante rubia–. Demasiadas coincidencias. Demasiado odio para sus pequeños corazones. Y aquel silencio. Aquel funeral silencio... 

Ramón y Lola conspirando

3 comentarios:

  1. Pero qué historia es esa? Aquí se portaron muy bien el finde de carnaval. No percibí nada extraño, estaban tan majos. Por cierto, están bien guapos en la foto Ramón y Lola.

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    1. ¿En Carnaval? Claro, se pondrían su mejor disfraz, el de risueñas mascotas...

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