miércoles, 16 de mayo de 2012

ESTORNUDOS, MURMULLOS

Hoy estornuda el día”, saluda bienhumorado un paisano. Está la mañana incisiva en gramíneas, saturada de polen. Junto a los plátanos del paseo de Recoletos se escucha a cada rato a alguien sonándose los mocos. Las trompetas de la mañana. Las detonaciones de los estornudos se suceden por doquier. Hoy estornuda el día, qué gloria de frase, ya mía y para siempre.

* * *

También los autobuses estornudan. Y las latas de refresco. Y los rebecos cuando dan la voz de alarma. Y los botes de pelotas de tenis. Y las planchas de vapor. Y, más modestamente, los mecheros. Y las botellas de gaseosa. Y el charles de una batería. Y los cuadernos de espiral al arrancar una hoja de golpe. Y, con una frecuencia inhumana, los aspersores ametrallando agua.

Pero es que el ruido de los chopos movidos por la brisa es el de la cebolla al freírse. O como el reflujo de la ola en una playa de piedras. O como una cascada oída desde lejos. O como el del viento entre la cebada ya espigada. O como el soñoliento ronroneo de los viejos discos de pizarra.

Una definición parcial de la poesía: el arte de buscar analogías.

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