miércoles, 1 de agosto de 2012

CON EL SUEÑO

Paseamos por Llanes. Es la última noche de julio. En una escondida plaza con una acacia florida en el centro, damos con una multitud de fieles del bando de La Magdalena. Lamentan, más que celebran, el fin de su mes y el inicio del siguiente, en el que pasarán el testigo de las fiestas al bando de San Roque. Cantan en voz baja una melodía alegre y triste, es decir, melancólica, mientras con las manos unidas se balancean adelante y atrás formando poco a poco una espiral a medida que, como un mantra, se suceden las estrofas. Dice el estribillo:

Que con el sueño de la mañana
te estás quedando rosa temprana.
Que con el sueño de mediodía
te estás quedando rosa encendida.

Se respira una emoción contenida que de pronto se vivifica y rompe en gritos cuando, al finalizar la canción, ocho jóvenes, cuatro mujeres y cuatro hombres, bailan el Pericote. Ellos tiran el palo y caminan hacia ellas con una chulería todo deseo. Ellas los miran con un orgullo todo deseo también. La sutil simbología del baile, su limpia metáfora del cortejo amoroso, se hace aún más visible en la siguiente danza, el Xiringüelu de Naves, en la que un mozo baila, con dislocados movimientos de marioneta, a cuatro mozas, a las que rodea con vivos giros, de una en una primero y a todas juntas después.

Emoción que es nostalgia, quién lo iba a decir, por los tiempos en que el baile era la única ocasión de jóvenes y no tan jóvenes para mirarse, ceñirse y hasta tocarse.


2 comentarios:

  1. Qué economía de medios tan eficaz esta del baile. Y qué pena que se hayan quedado en folclore. Ahora tenemos otros rituales amatorios, no sé si más o menos eficaces, pero desde luego más toscos.

    (Una vez me preguntaste si tenía fotos de la costa oriental de Asturias: pocas e insuficientes. Es tan hermosa que las fotos están de más.)

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  2. Antes de menos y ahora de más. ¿En qué segundo nos perdimos el término medio? Saludos desde Celorio.

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