lunes, 23 de abril de 2012

FUNCIONARIO DE MÍ

He olvidado el autor, pero no el verso: “Es la norma del tiempo, destructor de certezas.” No sé qué es peor, si ser un dicharachero atolondrado y feliz que no repara en sus excesos, o un desencantado funcionario de la vida que se fue quedando sin palabras. Temo haberme pasado de estación, y ni siento ya aquella lenguaz alegría de mí ni he sabido reemplazar las certezas perdidas.

3 comentarios:

  1. Me cuesta un mundo imaginarte en alguno de esos dos extremos. El no haber sabido reemplazar las certezas que van perdiéndose por el camino, deja lugar a la duda para picarte con el aguijón de las visiones nuevas.

    Soy saxofonista, Sergio, y veo que tu eres profesor en el conservatorio de León, si te parece conveniente, quisiera mandarte por correo una canción.
    Las certezas no se pierden ni se destruyen, sólo se transforman: la prueba la tienes en esta entrada de hoy, que es una duda y una certeza al mismo tiempo. Saludos desde Córdoba.

    ResponderEliminar
  2. Favor que el tiempo nos hace liberándonos de las certezas: cuánto se amplía el mundo sin ellas. Pero este mismo pensamiento quiere convertirse ya en certeza, incorregible que es uno.

    ResponderEliminar