Abro el volumen que aspiró a guardar mis horas mejores y siento de nuevo,
acrecida, la extrañeza ante mis versos, que me parecen escritos en
una lengua ajena que sólo pudiera comprender superficialmente.
Escojo los poemas que leeré y los recito en voz alta. Ni rastro de
la emoción que los convocara, como un paisaje visto a través de un
velo de niebla. Igual desconcierto y perplejidad nos causan las cosas
de la vida que no nos ha sido dado comprender, por más que
metafisiqueemos sobre ellas con bienintencionada filosofía de
baratillo. Los poemas, que expresaron nuestra verdad más pura, aun
hecha de preguntas, se han convertido en un misterio más. Sería su
destino.
Se te alejan los poemas, como lo demás, y los reemplaza la extrañeza (¿poética?) de su alejamiento.
ResponderEliminarSi Einstein tenía razón, "el misterio es la cosa más bonita que podemos experimentar, es la fuente de todo arte y ciencia verdaderos". Quizá ese misterio en el que se han convertido los viejos poemas forme parte de la fuente que hará surgir los nuevos. Ojalá.
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