Para mí
el mayor valor de Pla radica en su capacidad para expresar lo
inefable, aquello para cuya exposición otro escritor tiraría del
lugar común. ¿Cuántas decenas de descripciones, y no solo de
paisajes, sino de fisonomías, de luminosidades, de olores, en Las
horas o El cuaderno gris,
y todas diferentes? ¿A quién se le ocurriría decir de un
cielo en poniente que era “de
color de crema y de brazo de gitano”, o de una casa que era
“de color de huevos batidos
espolvoreados de canela”? ¿Quién expresaría la impresión
física causada por una emoción como una “percusión
en nuestro sistema nervioso”? Lección de radicalidad bien
entendida: no el torpe afán de lo novedoso, sino el punto de vista
propio llevado al extremo.
Es cierto, su descripciones van más allá de la descripción, recrean el alma del momento. Hay que tener valor, arrogancia casi, para contar como el cuenta las vicisitudes de los atardeceres.
ResponderEliminarAtinada síntesis, Sergio, lei el cuaderno gris hace tres años y en efecto disfruté mucho con esa original manera, sencilla y práctica además de muy divertida que tenía de nombrar las cosas y la vida. Era un platónico muy aristotélico.
ResponderEliminarSalud
Manuel Marcos