La mayoría de las veces que me atrevo a leer una novela, ese pasatiempo ascendido a reina de la literatura a decir de José Luis García Martín, la experiencia me aburre como la retransmisión de una maratón. Hay, claro, excepciones. La más gozosa para uno es cada nuevo libro de Gonzalo Suárez. Injusto sería no agradecer tantos asombros y sonrisas, e ingrato no reconocer la impronta, en la educación sentimental de uno, de algunas de sus películas, como Mi nombre es sombra o Remando al viento, o de novelas como Los once y uno, De cuerpo presente, Trece veces trece, El hombre que soñaba demasiado o La suela de mis zapatos. “El cine no es imagen, es mirada”, nos dice G.S. en uno de sus aforismos, recogidos en El secreto del cristal. ¿Y qué otra cosa es la literatura? La literatura es, por cierto, el título con el que reunió sus mejores relatos en Alfaguara allá por 1997, con atinado y sumario prólogo de J.J. Millás. Vuelven ahora esos y otros libros a aparecer en la misma editorial bajo el título de Las fuentes del Nilo. A la vez, ve la luz una nueva novela, El síndrome de Albatros (Seix Barral), donde el autor vuelve a jugar con el lector con sus giros argumentales y sus dos ingredientes principales, humor e ingenio. ¿Es posible el humor sin inteligencia? No lo parece leyendo sus tramas trepidantes, protagonizadas casi siempre por desencantados funcionarios de la vida ya en manos del cinismo (un escritor en crisis creativa, un crítico teatral, un periodista), que sin comerlo ni beberlo se ven envueltos en rocambolescas situaciones que van enmarañando la trama hasta que se da al lector, a punto de arrojar la toalla, el dato que necesitaba para ver de nuevo, como en leva de niebla, cada cosa en su sitio. No siempre es igual de generoso G.S., como en El síndrome de Albatros, donde no es que no pueda llegar uno a desenredar la madeja, sino a saber siquiera si hay un hilo o ciento. No me resisto, con todo, a trasladar aquí algunas pinceladas del genio e ingenio marca de la casa:
“Es práctico vivir cerca del cementerio. Los que van a morir pueden ir andando a la tumba.”
“Nunca voy al entierro de alguien que no vendrá al mío.”
“Se trataba de un caso de asesinato. De esos que se leen de pasada y que, como las catástrofes distantes, hace más confortable nuestro sillón.”
“Siempre me han interesado las viudas. Son mujeres que gozan del privilegio de vivir por segunda vez.”
“No había dejado de ser nunca el niño desvalido que sólo pensaba en regresar al lugar del origen por el mismo agujero por el que había salido.”
“No le parece aceptable que la fricción de dos órganos esté en el origen de la vida y, en ocasiones, desencadene pasiones incontrolables de terroríficas consecuencias.”
“Como todo especímen enamorado, carece de sentido del humor.”
“Perdiendo el sentido del ridículo y un porcentaje de dignidad (...)”
“Eres una maravillosa actriz que tiene la virtud de no parecerlo.”
“Todo pasa sólo una vez y, una vez vivido, nadie lo cuenta nunca de la misma manera.”
“Asumir como propio el destino del corcho en la corriente.”
“Ten cuidado; cada vez que barajes las cartas cambiará la partida.”
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