Tras la congoja por el incendio de Las Médulas, el pánico por el de Picos de Europa (hablo de mi corazón). El orgullo es por los vecinos del valle de Valdeón que han decidido desacatar la orden de desalojo de sus pueblos para luchar contra el fuego. Con sus medios. Solos. La vergüenza, por la ineptitud de unos políticos cuyo trabajo debería ser adelantarse a los problemas y, a no haber sido posible, solucionarlos; no crearlos. Un dato: la Junta de Castilla y León ha reducido su presupuesto en prevención de incendios un 86% en 13 años. Otro: Vox, que condicionó su apoyo para formar gobierno autonómico con el PP a la reducción de las partidas tocantes al cuidado del medio ambiente, en un intento de salvar la cara, denuncia que el gobierno autonómico (del que, repito, forma parte) sólo ha ejecutado el 48,5% del presupuesto anual. Y todavía tenemos que aguantar el descaro de sus dirigentes, los más hideputas de los cuales, como el consejero de pitanzas y medio ambiente Suárez-Quiñones, todavía se chulean al responder ofendiditos, en una comida en Asturias al cuarto día de quemarse el Bierzo y la frontera zamorano-leonesa, que tiene la “mala costumbre de comer cada día”. Ofende también escuchar al presidente autonómico Mañueco diciendo a los afectados que estén tranquilos porque se les indemnizará. Eso mientras se están quemando sus hogares, o antes de que se quemen. Le falta decir que sólo hay que esperar a que termine el fuego, obviando el detalle, quizá para él menor, de que el fuego se consumirá cuando ya no tenga qué quemar. Se piensan que son todos como ellos, yonkis del dinero. Queda sacar al santo para invocar las lluvias, las únicas que pueden ya detener la destrucción del Parque Nacional. Gracias, Isidoro y Gabriel, Pedro y Maite. No estáis solos.
martes, 19 de agosto de 2025
miércoles, 11 de junio de 2025
JO QUÉ DÍA
10h. Un último repaso hasta la
inoportuna (todas lo son) reunión de las 12.
12h. La vida es lo que no te
pasa mientras estás en un claustro.
14h. Comida frugal, de pie. Es
maravillosa la facilidad y rapidez con que se resuelve el asunto cuando se está
solo.
15:07. Camino de Palencia, en
una ladera sembrada de cereal hace lobos el viento.
16h. Examen. Disfruto creyéndome
lo bueno que soy, terminando cada pregunta con una especie de conclusión, vendiendo
la moto de ideas satélites cuando los datos son exiguos. Termino con la mano
bailando el dengue dengue.
19:30h. Me comprometí a
meterme hora y media en la caseta de Eolas, compartida con Difácil. No está el
editor. Parece que nadie me esperaba ahí. Está un poeta joven, paisano mío como
yo “en el exilio” (dice). Acaba de editar un libro de poemas y le hace la venta
y contabilidad a H. Tira el anzuelo a algún curioso hablándole de mi diario y
mi penúltimo libro de poemas. Me hace gracia y hago lo propio con su libro. Él
lo hace muy bien, pero, dice, no va buena la tarde, “se ven pocas bolsas”. Nos
queda comprarnos mutuamente. La caseta parece el camarote de los hermanos Marx.
Están también alguien de Difácil y un novelista de la casa. Se para ante los
libros una escritora local que se ve poco menos que obligada a comprarle a este
la novela, pero tiene la cintura de señalar otro volumen y decirle: “pues esta
novela de aquí es mía”. El otro se ve poco menos que obligado a comprársela. Este
gol mutuo hace mucha gracia a mi compañero. Suenan las nueve en el reloj del
ayuntamiento y me despido de él. Tiene que totalizar, me dice.
23h. Noche, patio, luna.
Escucho a Weval. Suenan como nadie, pero les falta la emoción sencilla. Luego
la maravillosa “Gabriel”, de Yagya, y “The phantom of us”, otra que tal, que
envío a F. y A. Pienso luego, a cuenta de otra cosa, cómo las nuevas
tecnologías ponen de relieve la escasa formación emocional de la gente.
0h. Me ducho. Un masaje en
la cabeza sacude ciertos pensamientos mezquinos. Resuelvo ver la segunda parte
de un partido de baloncesto. Polizón se sube a la cama y apoya su cabeza en mi
barriga. Potente ronroneo. Se me ocurre escribir todo esto, y en ello estoy
cuando oigo salir por los auriculares música de viento (de fanfarrias
malagueñas cuando ataca el Unicaja y de varias docenas de silbidos cuando ataca
el Barça). Intuyo que disfrutaré más con estas chuscadas del público que con la
victoria de mi equipo, que ya sé que ganó de 4 a pesar del calamitoso Satoransky.
Tengo entonces la sospecha creciente de que las fanfarrias puedan estar
grabadas, porque por muy disciplinada que esté la charanga me parece imposible
que acaben tan a la vez sin que un trompeta haga un tirirí. Me río mucho con la
selección musical, sobre todo con el extemporáneo “Pinocho fue a pescar al río
Guadalquivir” y con un jingle cromático descendente cada vez que Willy
Hernangómez, otro pufo, falla un tiro libre, lo cual sucede a menudo.
1:30h. Dejo por fin el
móvil. Escribo, también en la guarda trasera de Flores del Bierzo lozanas y
mustias, un aforismo: “A dios le salió mejor el poema de la infancia que el
de la vida adulta”. Hay también anotadas cuatro preciosas expresiones de ese
libro: “rascar la lengua” (por hablar), “poner los huesos en punta” (por
levantarse) y dos referidas a la ebriedad (“mojar la palabra” y “centinela de
la bota”). Cierro y apago todo para volver a comprobar que, entre tantas cosas
buenas, no hay ninguna que lo sea tanto como dejar en paz a la cabeza.
lunes, 12 de mayo de 2025
PRESENTACIÓN DE EL CIELO SIN CAMINOS
Marchando una de autobombo. Enlazo el vídeo de la conversación con Pedro Ojeda en la casa museo de José Zorrilla con motivo de la presentación de El cielo sin caminos. Parece que se puede ver aun sin tener Facebook cerrando la ventana emergente.
lunes, 5 de mayo de 2025
PRESENTACIÓN EN LA CASA DE ZORRILLA
Este miércoles día 7, a las 19:30 h., Pedro Ojeda y yo conversaremos en la casa de Zorrilla de Valladolid sobre poesía y otros desatinos, y leeré poemas de El cielo sin caminos. La charla será retransmitida en directo por el facebook de la Casa-Museo Zorrilla. Los asistentes recibirán como diferido regalo la visita en sueños del fantasma del vate (Zorrilla, no yo), quien le recitará versos que, quizá esta vez, resucitarían al mismísimo Larra.
sábado, 19 de abril de 2025
UNA BANDA SONORA DE UN VIAJE
Vuelvo
de Zazuar por la carretera nacional, que llega a León más recto que la autovía,
y además lleva más primavera. Aranda, Tórtoles de Esgueva, Magaz, Palencia,
Villalón de Campos y Albires, donde conecta con la Valladolid-León (o
Gijón-Adanero). Todo está a punto: el campo en rompimiento de verdes, el
atardecer de hora y media (lato sensu), y a mi disposición todas
las músicas del mundo. No sé los años que hace de la última vez que pasé por
aquí. Es la misma carretera por la que volvía, en el año 2001, cuando
completaba mi jornada en la escuela de música de Aranda. Entonces mi corazón
viajaba nervioso hacia I.; dos años después viajaba, también nervioso, desde S.
Escribí entonces un indefendible poema sobre esos viajes, en el
que decía que iba escuchando en ellos, uno detrás de otro, los discos de Pat
Metheny. Pienso qué sonidos quiero que se acomoden a mi soledad de hoy. Pruebo
primero con la radio. En radio 3, unas guitarras atronadoras. En radio 2, una
soprano desquiciada en una de esas arias de lo que se dio en llamar, a saber
por qué, “bel canto”. Pongo una de esas listas eclécticas de Spotify, pero me
conozco y sé que corro el riesgo de ir agobiándome por la sensación de estar
desaprovechando el momento especial. Pone todo en paz “Encounters at the end of
the world”, de Thomas Feiner, que paradójicamente es de esas canciones que te
ponen en congoja, como alguna de Jeniferever o Efterklang. Sigo con la radio de
esa canción. La alfombra amarilla de la colza mejora esta música en cuya
profundidad siento un leopardiano dulce naufragar, como con “Vile of white”, de
Trentemøller.
De vez en cuando bajo la ventanilla. El olor y los sonidos de la
pajarada son sediciosos. Paro a mear a la salida de un pueblo, junto a la tapia
del cementerio. Mis pensamientos me hacen gracia: esto es lo que necesitaba,
qué gusto, me estoy follando a mi propia meada. De vuelta al coche me imagino a
dos huéspedes del camposanto soltando ajos bajo sus lápidas: “Ya podía ese mear
a la puerta de su casa”. “Ya te digo, qué asco”.
Se puede decir que ya es de noche. Necesito una música más cálida,
algo que ya tenga raíces echadas en mí, mejor con voz. Feliz idea: “The melody of a fallen tree”, de Winsord of the derby, que siempre me lleva a The radio
dept. (la banda sonora de María Antonieta tiene la culpa). Echo a rodar
su último disco, Running out of love, de un ya lejano 2016. Un grupazo,
The radio dept., y un misterio, como el toque secreto de un cocinero, la manera
como filtran la voz, en lo que tienen algo de Pet shop boys (también en la
rítmica, como en “We got game”). Incluso los temas que parecen menos afilados
se sacan de repente, en el minuto dos o tres, un teclado, una armonía vocal, un
puente que dan “el esperado susto”, como el delantero que se saca un gol de la
nada. El colchón de fondo de “Occupied” me recuerda a Twin peaks. Y así voy tirando
de estas cerezas enganchadas hasta que llegan dos canciones seguidas que me
recuerdan por qué, además de por sonar mejor que nadie, me gusta de verdad este
grupo, “This thing was bound to happen” y “Can´t be guilty”. Y es por una
especie de frescura indefensa, una ingenuidad, un toque naif que nos ganan por
lo sencillo, como un río por sus recovecos y sus remansos de paz.
martes, 25 de febrero de 2025
POEMA DE FRANCISCO BEJARANO
ADVERTENCIA
Pude
querer y ser correspondido.
El amor
poderoso me dio miedo
y me
hizo fingir un amor suave,
un distante
sentir pagado pronto.
Temí
el poder de sentirme querido
y la
debilidad de amar a otro.
Callé.
Disimulé cuánto quería
y cuánto
me querían no lo supe.
Fui perdiendo.
El amor hay que decirlo,
demostrarlo
con gestos delicados.
Si del
amor nos paraliza el miedo,
qué despilfarro en una sola vida.
sábado, 8 de febrero de 2025
UN RUSO, UN FRANCÉS Y UN PORTUGUÉS
sábado, 25 de enero de 2025
jueves, 2 de enero de 2025
QUIÉN HABLA
La realidad, lo que llamamos realidad, pone un velo sobre lo real real. Por detrás de él se siguen viendo la cama, el árbol, la lámpara. Pero no vemos el alma de esas cosas, no escuchamos lo que nos dicen. Quién sabrá mirarlas de igual a igual, acompasar la respiración a su respiración sin sentir que le falta y a la vez le sobra aire, como al sacar la cabeza por la ventanilla de un coche. Quién se detendrá el tiempo suficiente para entender que las cosas son siempre más de lo que son.