Encuentra su hueco en un poema la donosa palabra “bullebulle”, que creo haber leído en un libro de Azorín, o tal vez de Trapiello. Pretendo expresar con ella el trajín del verano. Su parecido con “ebulllición” ayuda de paso, por sugestión, a transmitir la sensación de calor, y decimos así más con menos. Excelente. No obstante, por un prurito de corrección, y so pena de llevarme un chasco, acudo al Sopena. Para contrariedad mía, da a esta voz no el significado de bullicio, sino el de persona inquieta, bulliciosa, entrometida. En otros diccionarios, lo mismo. Decido cambiar la pieza por otra y, dudando entre “rebullicio” y “tole-tole”, no demasiado convencido, me decanto por esta última. Si no me termina de gustar, pensaba, es porque el verso estaba ya hecho a otra palabra, como el zapato al pie, será cuestión de acostumbrarse. Hasta que unos días después, en un artículo de Felipe Benítez Reyes, doy con la arrumbada “bullebulle”, que emplea en aquel sentido de ajetreo que mi poema expresa y decido restituirla, contento sólo en parte, lamentando en el fondo mi volubilidad... y la traición.
sábado, 31 de marzo de 2012
jueves, 29 de marzo de 2012
PERPLEJOS
Tengo
unos zapatos que van boquiabiertos, perplejos por el mundo. Yo creo
que es porque, a pesar de haber sido muy baratos, tienen tanto
entendimiento que van compartiendo los pasmos de su dueño por el
mundo. Más en esta ocasión, en que se habrán sentido aludidos al
escuchar a A., tan segoviana, exclamar tras un tropiezo: “¡Es que
me hablan los zapatos!” Ingrato sería deshacerse de ellos ahora
que la ventilación que proporciona su perenne estupor comienza a
agradecerse.
martes, 27 de marzo de 2012
AMOR, GAYA
El amor no decrece:
cambia, es decir, crece. Otra cosa es hacia dónde. (Como diría Gaya,
creo que debería insistir sobre este tema).
* * *
“Lo
que sucede, es decir, todo aquello que constituye la historia no es
lo real; puede parecer lo real porque se alimenta de lo real y le
roba materias, materiales, sustancias, pero no tiene vida propia,
vida real, sino robada, prestada, de carácter parasitario. Lo real
es una constante, sin paso, todo presente, vida.”
Por una vez en
desacuerdo, porque lo que llama Gaya lo real, todo presente,
vida, tampoco es una constante, ni podemos –manos de un mismo cuerpo– desparejarlo de lo
que sucede, de la historia.
domingo, 25 de marzo de 2012
OÍR PARA CREER
Salimos transmudados de
La pasión según San Mateo,
eternamente agradecidos a El
músico poeta y a Les
musiciens du Louvre. Un compañero cita a un escritor, ateo
reconocido, que dice convertirse en creyente durante el rapto en que
escucha un oratorio o deambula por una catedral. Ateo también, yo
salgo creyendo más en el hombre, que es mi manera de creer en dios.
sábado, 24 de marzo de 2012
SOLEDADES
jueves, 22 de marzo de 2012
ADELANTAMIENTOS POR LA DERECHA
“Les repito la noticia
que les adelantábamos hace tres minutos. La policía francesa habría
detenido al autor de los asesinatos de ocho personas en Toulouse.
Todavía se desconoce cómo se han producido los hechos y si el
detenido estaría en condiciones de ser presentado ante la justicia.”
¿Habría, estaría? Veinte horas después del boletín de RNE que avanza la
“noticia”, Mohamed Merah, el presunto asesino de siete personas en Toulouse, sigue dentro de su casa, acaso con un tiro en la cabeza. Escudarse en una fuente (en este caso la cadena de
televisión BFM) no exime al informador de la primera de sus
obligaciones, contrastar sus noticias, ni pueden éstas, si están
contrastadas, apoyarse en el condicional.
martes, 20 de marzo de 2012
EL CASCABEL AL LEÓN
Igual que en tiempos no tan lejanos se decía que quien no tenía televisor no era nadie, la trepidante y atolondrada deriva de los actuales ha propagado la tontería de que quien no aparece en Google no es nadie. Se envanecía uno hasta hace bien poco –sin razón, la vanagloria nunca la tiene– de que su nombre, tecleado en dicho buscador, no dejara rastro, exceptuando la página del Cuarteto Scherzo, donde es citado en el currículum de una ex alumna que toca para la BBC (bodas, bautizos y comuniones). A lo más aparecía un Sergio Salvador Fernández, profesor y director de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, y fantaseaba uno con la novelesca posibilidad de suplantar su identidad y acudir a alguno de los numerosos simposios, convenciones o cursos de verano que jalonan su mastodóntico historial, o con proponerle un intercambio de identidades con fines dolosos. Inevitable parece que con el tiempo vayan apareciendo más entradas, cosa natural que sería tan necio lamentar (nadie ha obligado a uno a abrir un blog ni a publicar nada) como el caso opuesto de desvivirse por tener más y más presencia en la red, que casos conoceremos todos. La huella queda, y punto.
Pero lo que menos le apetece a uno es que aparezca por el inescrutable reino de los cielos globales no ya su nombre, sino su imagen. Nada le parece más aburrido a uno que las redes sociales, esos clubes de amigos que suben sus fotos de la noche anterior, a poder ser cubata en mano y poses televisivas, para luego añadir comentarios del tipo “Komo iba l Chori!!!!” o “Como vea esta mi madre me mata je je je”; nada que le dé a uno más pereza, decía, que las redes sociales, y ni por asomo se le habría ocurrido abrir una cuenta en una de ellas. Pero un día ocurrió lo que tenía que ocurrir, y fue que al mostrarle a uno un conocido una foto de su Facebook se vio retratado en ella. Era, cómo no, una de esas fotos de bar que he comentado, y por mucho que pidiera a ese conocido que no la reenviara y advirtiera a los otros amigos que no subieran fotos en las que saliera uno, era ya tarde. ¿Hasta qué punto es lícito que expongamos en el más vasto e impúdico escaparate la intimidad ajena? ¿Cómo empezar a controlar ese tráfico incontrolable? ¿Quién se atreverá –y los gobiernos no parecen dispuestos– a poner el cascabel al león?
viernes, 16 de marzo de 2012
TRUENO: BORBORIGMO DEL CIELO
Camino hacia el
conservatorio. Se prepara tormenta. Los pájaros han desaparecido. Se
levanta un aire cálido, cargado de electricidad, que hace
instintivamente avivar el paso. A lo lejos, sobre los montes Torozos,
como colas de fuegos artificiales, se desparraman lentas cortinas de
agua combadas por el viento. Ya a resguardo en el aula, un mes
después de la última vez, comienza a llover. Es una lluvia mansa,
bendecida por la luz. Bajo ella, todo parece sonreír: los rebollos,
la hierba, la calzada. Apoderándose de todo, silenciando el maquinal
estudio que el alumno ejecuta, la lluvia nos habla muy directamente,
despertando en nosotros algo que parecía esperar, anestesiado. Siento el impulso de
abrir la ventana para aspirar la alegría de la tierra y mejor saber del
milagro. Pero no hay ventana (es este un edificio inteligente). Cada
poco el cielo, que tiene una digestión pesada, emite un borborigmo,
más o menos coincidiendo con cada pifia del alumno. Cuando termina
de tocar bromeamos sobre ello. Luego pasamos uno o dos minutos
mirando llover, sin hablar. Durante el allegro, en Telemann, un
fogonazo inunda el aula de una luz blanca. Tocas demasiado rápido,
le digo. Ha saltado el radar. Al salir, al ocaso, la tierra ha
absorbido todo el agua, tal necesidad tenía de ella. La pajarada es
una fiesta. El aire, fresco, limpio.
miércoles, 14 de marzo de 2012
PARA NO OLVIDAR
A partir de cierta momento de nuestra vida el tiempo, como un ladrón taimado, se nos empieza a llevar recuerdos, momentos escogidos de los que el corazón no quisiera desprenderse. Es un motivo más, sólo uno más, para escribir: detener la ineluctable fuga de las cosas.
Rara vez se para uno a pensar en las razones que le atan a sus seres queridos, a pensar su sentimiento, y habría ternuras y sutilezas que no podríamos fiar a las palabras. Para nunca olvidarlo, dejo aquí anotado un gesto de S. que me cautivó. Por mi cumpleaños pasamos un fin de semana en las merindades del norte de Burgos. Poder conocer aquellos pueblos, puro canto de la piedra, fue su regalo. Al llegar a la casa donde nos hospedaríamos, en Puentedey (que podría pasar por uno de aquellos espectaculares escenarios naturales de las películas de John Ford), al llegar a la casa, nos esperaba la dueña para mostrárnosla y completar el pago. Dijo la mujer, una anciana con ojillos de niña: “Eran 200, menos 70 que me diste...” “130”, atajó S. ya con el dinero en la mano. Pensé entonces que cualquiera, con las cuentas ya hechas, aguardaría agazapado un posible error de la anciana del que beneficiarse. La espontaneidad y ausencia de malicia de ese gesto despertó en mí en ese instante un sentimiento de honda ternura y no sé qué fondo de compasión.
sábado, 10 de marzo de 2012
DÉJALA CORRER
Perdida en el desierto blanco del lavabo, deambula una de esas diminutas
hormigas rojas que aparecen cuando hay obras en el garaje. Sería tan
sencillo que cayese sobre ella la tonelada del pulgar, o que se la
llevara la marea... Como un reflejo, me viene a la mente el tsunami
de Sendai -mañana hará un año-, los miles de muertos y desaparecidos –muertos–. No es
una cuestión de número. Tampoco de tamaño. Por el lavabo pulula
una conciencia. Decido no intervenir.
jueves, 8 de marzo de 2012
POR UNA PALABRA
martes, 6 de marzo de 2012
BUENOS AIRES
Se piensa mejor después de dar un paseo, andar en bicicleta, ir al monte o buscar setas, pues lo mismo que hay que ventilar la casa, hay que ventilar el cerebro.
Pico Escaño. Picos de Europa.
domingo, 4 de marzo de 2012
ORILLAS
McEnroe: "Astillero" (de Las orillas, 2012)
Esperaba
en el coche. Llovía. El agua que resbalaba por el cristal difuminaba
los contornos de los edificios, que parecían mecerse con la música,
música que ayudaba a reconocer el
momento
y ayudaría a fijarlo en la memoria. Los paraguas y los chubasqueros
le arrancaban a la noche jirones de color. Las luces de los coches y
los neones me trasladaban a uno de esos planos-cuadro de Won Kar-wai.
Así quise también grabarlo, mientras el cristal iba empañándose
con el calor que salía de mi cuerpo y de la música.
viernes, 2 de marzo de 2012
MEJOR EL MANOLO
Han
abierto un nuevo bar en el barrio. Al parecer la decena larga que ya
había no era suficiente. Faltaba el “Moga rosa”, o mejor, el
“Moga
rosa”,
en cursi cursiva.
Del nombre, que se las trae, ya
podemos deducir lo que cabe esperar: otro pub para horteringas, con
ambiente pretendidamente selecto, iluminación íntima, colores
chillones en las paredes, sillones de escay a juego y copas
preparadas con exasperante ceremonia. Seguiremos frecuentando el bar
Manolo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)