sábado, 19 de noviembre de 2011

AÚN VERDES

Regresaba a casa pagado, con el íntimo botín de un delicioso momento en la plaza del grano por la tarde, cuando en el parque de San Francisco topé con una paloma muerta. Demudado, vi venir hacia mí a dos mujeres y una niña con la gracia natural de quien aún hace garabato de su cuerpo. La veía con pánico acercarse saltando al bulto negro. Pero pasó de largo y sus ojos siguieron siendo verdes –¿por cuánto tiempo?–

No hay comentarios:

Publicar un comentario